sábado, 3 de enero de 2009

PCdelP(PR).-NUEVO PROGRAMA-VII CONGRESO NACIONAL

PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ
(PATRIA ROJA)
VII CONGRESO NACIONAL
NUEVO PROGRAMA
“El hombre llega para partir de nuevo”
J.C. Mariátegui.
INTRODUCCIÓN
Pertenece a Carlos Marx la sentencia de que “cada paso en el movimiento real vale más que una docena de programas”. Marx nunca subestimó la importancia del programa en la lucha revolucionaria por el socialismo. El “Manifiesto Comunista” es un ejemplo clásico al respecto, también sus “Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán” más conocido como “Crítica al programa de Gotha”. Lo que no toleraba es que un programa que debía basarse en principios fuese desnaturalizado hasta el punto de perder su sustento científico y de clase. Si no era posible un “programa de principios” para concertar un acuerdo de unificación con los lassalleanos, expresó indignado en carta a W. Bracke, habría sido “preferible contentarse con un programa de acción o con un plan de organización para la actuación conjunta”. Los hechos le dieron luego toda la razón.

En carta a Bebel fechada en marzo de 1875, Engels insiste al respecto: “En general, importan menos los programas oficiales de un partido que sus actos. Pero un nuevo programa es siempre, a pesar de todo, una bandera que se levanta públicamente y por la cual los de fuera juzgan al partido”.

Esta relación dialéctica entre la “bandera que el partido levanta públicamente” y “sus actos” es decir su práctica concreta, su capacidad de acción- debe ser el distintivo del partido revolucionario del proletariado. Pero no siempre ha sido así. Los programas, trabajosamente elaborados, muchas veces en medio de tensiones agudas y divisiones, quedan como simple papel escrito, inoperantes. Lo vimos en el Congreso de IU en Huampaní y en tantos otros momentos. ¿Cuántos de nuestros camaradas conocen o siquiera recuerdan el programa del V Congreso? No muchos, seguramente. Si su conocimiento es limitado y su comprensión menor ¿qué utilidad tiene contar con él?. Su importancia y eficacia no está en la plasmación como documento oficial del Partido sino, sobre todo, en su asimilación y en su capacidad orientadora y unificadora para la acción revolucionaria.

La unidad partidaria tiene una de sus bases en el programa. Es también el marco que encausa su acción política. La teoría marxista-leninista se hace política concreta en el programa, en la estrategia y la táctica; éstos, a su vez, se fundan en las condiciones objetivas del país: económica, política, social, cultural, clases y lucha de clases, correlación de fuerzas, ubicación en el contexto internacional, etc.

El programa del V Congreso no está agotado. Un conjunto de sus conceptos básicos siguen en pie. Sin embargo, el programa máximo y mínimo requieren reelaboración, actualización, enriquecimiento. Sería un serio error creer que empezamos de cero. Contamos con una base importante que expresa precisamente la continuidad histórica del Partido. No todo lo que hicimos ayer es malo, ni bueno todo lo que haremos en el futuro. Las lecciones vividas en las últimas décadas muestran que hay mucho por estudiar, aprender y resolver. Esto también es válido al momento de examinar el sentido y los resultados de nuestro programa, estrategia y táctica, factores fundamentales para acercarnos a una correcta conducción política revolucionaria.

Además, después del Congreso de junio de 1984 en el que se aprobó el programa vigente, han ocurrido cambios importantes en el mundo y también en el país. Urgen nuevas respuestas a problemas nuevos o tesis que han envejecido. Ningún programa marxista-leninista es inamovible, definitivo. Si debe reflejar la realidad y sus tendencias en desarrollo, necesita avanzar conforme se mueve y avanza aquélla.

Contar con un programa ajustado a la realidad, constituye la primera parte del camino a recorrer. La segunda, interiorizar sus contenidos para, conociéndolos y dominándolos bien, orientar el trabajo político. La tercera, explicarlo con sencillez a las masas para que lo hagan suyo y lo asuman como su “bandera de lucha”.

Necesitamos promover un debate serio. Los comunistas no discuten por el placer de discutir: investigan antes de hablar, debaten para profundizar la comprensión de los problemas, examinan las cosas y fenómenos con el ánimo de encontrar respuestas y soluciones. Sólo entonces los debates cumplen su función motivadora y los acuerdos se convierten en herramientas útiles en la orientación del trabajo.

Requerimos, finalmente, apoyándonos en los principios que rigen la vida del Partido y en su programa y políticas fundamentales, desarrollar un fuerte sentido práctico y una mayor capacidad de acción. La unidad de teoría y práctica debe encontrar su cristalización como estilo básico de los comunistas peruanos.

Programa - Capitulo I
CAPITALISMO O SOCIALISMO:
PROBLEMA DE NUESTRO TIEMPO

1.- “Capitalismo o Socialismo. Este es el problema de nuestra época”, escribió José Carlos Mariátegui, fundador del Partido, en uno de sus textos fundamentales de definición ideológica y programática, en setiembre de 1928. Convencido de su compromiso militante con la clase obrera y el pueblo, en el mismo documento insiste: “En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo”. Más adelante, con la anticipación que sólo su genialidad y la profundidad y riqueza de su pensamiento se lo permite, reitera: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una generación nueva”. Estas palabras conservan tanto o más actualidad que entonces, más allá de los errores, deformaciones o derrotas transitorias sufridos por el movimiento comunista y el socialismo, cuya necesidad histórica no menoscaban tales hechos. “Capitalismo o Socialismo” sigue siendo el gran dilema de la humanidad contemporánea, las dos únicas opciones posibles: aquél en descomposición; éste abriéndose camino en un escenario hostil y preñado de dificultades, pero seguro de su victoria final.

2.- La Revolución de Octubre inició una nueva era de la historia mundial. Por primera vez los trabajadores asumieron la dirección del Estado para construir la nueva sociedad: el socialismo, a fin de dar término a la explotación del hombre por el hombre, a la opresión de unos pueblos por otros, a la polarización social, a las sobrevivencias del yugo feudal y autocrático, y garantizar la justicia social, el desarrollo sostenido, el bienestar y la dignidad de las mayorías hasta entonces excluidas y expoliadas. Desde entonces han transcurrido 8 décadas y se han producido cambios espectaculares en el mundo.

La URSS, el país de los Sóviets, alcanzó logros impresionantes en diversos campos de la actividad humana. Sin esta base económica, política y cultural no habría estado en condiciones de vencer a la bestia nazi, ni convertirse en la potencia mundial que llegó a ser en un lapso breve, en medio del cerco imperialista y apoyándose exclusivamente en sus propias fuerzas. Sin embargo, como resultado de graves errores en su conducción, y, más adelante, de la traición revisionista, ha dejado de existir junto al bloque de países de Europa Oriental organizados en torno suyo. Con ello también culminó el período de la llamada “guerra fría” que enfrentó el campo socialista con el campo imperialista, para más tarde devenir en la confrontación de las superpotencias norteamericana y soviética por la hegemonía mundial. Su corolario fue la victoria del occidente capitalista liderado por el imperialismo yanqui, el encumbramiento de éste como la potencia dominante en el mundo, el derrumbe, la desmembración y luego desaparición de la URSS.

3.- La correlación de fuerzas a escala internacional favorece con mayor intensidad – aunque temporalmente- al campo capitalista- imperialista bajo la hegemonía del imperialismo norteamericano, convertido en el gendarme internacional y cabeza de la reacción mundial. De la bipolaridad se ha pasado a la unipolaridad, cuya transitoriedad pocos discuten, mientras se abre paso un proceso complejo, de perfiles aún no claros, colmado de tensiones, que conducirá inevitablemente a la bipolaridad o multipolaridad junto a un intenso reacomodo y recomposición de fuerzas que está en curso, en medio de una desenfrenada lucha por mercados, una creciente polarización entre los países ricos y los países pobres (Norte y Sur), y, al interior mismo de aquellos, entre las mayorías trabajadoras cada vez más excluidas y expoliadas y los conglomerados monopólicos cuyo poder económico y privilegios crecen desenfrenadamente. Las contradicciones básicas que engendra el mundo capitalista - imperialista siguen irresueltas, incluso se han agravado. En medio de ellas maduran las condiciones objetivas y subjetivas que tornarán inevitables, más temprano que tarde, las revoluciones nacionales y sociales. Por de pronto se observa una creciente recuperación y lucha de los trabajadores y pueblos en el seno de los países capitalistas y en el Tercer Mundo, en respuesta a la ofensiva de la globalización neoliberal del imperialismo y los monopolios.

4. A partir de la victoria política en la guerra fría y el aprovechamiento de los resultados de la tercera revolución científico-técnica, el capitalismo pretende presentarse como un sistema revitalizado capaz de lograr el desarrollo y la paz mundial. Pero la realidad está mostrando que sigue siendo un sistema estructuralmente aquejado por crisis económicas cíclicas, marginador de los países atrasados, causante de profundas polarizaciones y contradicciones sociales, políticas, culturales y medioambientales, lo que lo invalida como sistema capaz de llevar a la humanidad hacia el desarrollo racional y armónico, el progreso común y la justicia social.

Luego que en los 70 se agotara el keynesianismo en que se atrincheró el capitalismo para superar la depresión del 29 y enfrentar la amenaza que representaba para él la revolución y el socialismo, la respuesta a la crisis y a la necesidad de recuperar la tasa de ganancia del capital ha sido el neoliberalismo, que inunda el mundo instrumentalizado por los mascarones de proa del imperialismo, particularmente norteamericano, como el FMI y el Banco Mundial. Traficando con el reflujo de la revolución, manipulando la opinión pública con el dominio que ejercen en las comunicaciones y la informática, utilizando como mecanismo de chantaje y acumulación las enormes deudas contraídas por los países del Tercer Mundo, y utilizando como artillería pesada el capital especulativo y como sebo el mercado que cree inagotable y taumatúrgico, se ha extendido por todo el planeta buscando subordinar a su lógica irracional economías, naciones, culturas, ideologías; instalando regímenes despóticos, corruptos, cipayos; arrojando por la borda derechos sociales y económicos conquistados por los trabajadores hasta retornar a los tiempos del capitalismo inicial que se creía superados; desmantelando los estados nacionales para subordinarlos a la lógica expoliadora de las transnacionales.

Es el capitalismo salvaje obnubilado por el afán desmedido de ganancia que en su atropellada carrera engendra nuevas y más profundas contradicciones. México, primero, más tarde Tailandia, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Corea del Sur, Japón, Brasil, Rusia, son apenas anticipos de una crisis de sobreproducción y financiera cuyas dimensiones y consecuencias ya se pueden advertir. Los tigres de Oriente, otrora presentados como los ejemplos a seguir, son las primeras víctimas de un modelo en cuyas extrañas germinan las semillas de su colapso. Lo que queda claro es que el neoliberalismo conduce a la polarización social y a la concentración del capital, mientras que la globalización al servicio de los gigantescos monopolios que dominan la economía mundial acentúa el neocolonialismo moderno.

5.- La explicación del fracaso del llamado modelo de «socialismo realmente existente» en la ex URSS y en los países de Europa del Este, se encuentra en un conjunto de factores subjetivos y objetivos. En la Rusia zarista, las condiciones materiales y civilizatorias eran las más atrasadas de Europa: en ella no se daban las condiciones «para construir el socialismo» según la teoría prevista por Marx que consideraba que debía producirse en los países de mayor desarrollo capitalista. Lenin, que estudió en profundidad el surgimiento y desarrollo del imperialismo como etapa superior del capitalismo, descubrió la ley del desarrollo económico y político desigual y a saltos de los países capitalistas. Esta teoría le permitió percatarse de la posibilidad de la revolución socialista en la Rusia atrasada; posibilidad que se transformó en realidad con la Revolución de Octubre. Los bolcheviques estaban convencidos de que la toma del poder político por el proletariado en Rusia era el inicio de la revolución mundial, pero ésta no se realizó simultáneamente en otros países de Europa como esperaban. El joven poder soviético tuvo que afrontar una guerra civil con millones de muertos, una economía destruida donde el hambre causaba estragos y era agredido por los regímenes capitalistas coaligados. El descontento popular ante «el comunismo de guerra» obligó a los bolcheviques a iniciar la etapa de la nueva política económica (NEP), primero como repliegue, luego en las condiciones de la Rusia atrasada, como una fase obligatoria de la construcción del socialismo. En este contexto se da la última batalla de Lenin: la critica a la burocratización del Estado y el Partido, el fortalecimiento de la democracia obrera y la lucha contra el chovinismo panruso, en circunstancias de la crisis cíclicas del capitalismo, de derrota de las revoluciones en Alemania y Hungría y posterior ascenso de las fuerzas fascistas en Europa y el militarismo japonés en Asia.

La revolución socialista reconstruyó el país, terminó con el hambre y el desempleo generalizado, dotó de educación y cultura a las grandes mayorías, avanzó en la modernización del aparato productivo. En pocos años la URSS conquistó estos logros que constituyeron las reservas para resistir a la agresión de los hordas fascistas (1941) y contribuir de manera decisiva en su derrota en la Segunda Guerra Mundial. La revolución soviética representa la conquista, por primera vez en la historia, del poder para la clase obrera y los campesinos; contribuyó al avance material y moral de la humanidad en su proceso de emancipación del yugo de la explotación capitalista, a la igualdad entre el hombre y la mujer, al derecho al trabajo a todo ciudadano. Suprimió la base material de la explotación del hombre por el hombre; estimuló y apoyó a los movimientos de liberación nacional (China, India, Turquía, etc.) y al movimiento obrero revolucionario mundial.

Sin embargo, ya en este periodo se cometieron errores y desviaciones, cuyas fuentes hay que buscarlas en el Partido Comunista por ser la herramienta fundamental de la clase obrera en la dirección del nuevo Estado luego del triunfo de la revolución. En lo ideológico, después de la muerte de Lenin el Partido sufrió un anquilosamiento teórico, el marxismo pasó de teoría científica de la revolución a dogma e ideología oficial del Estado, imposibilitando la corrección de los errores e impidiendo dar respuesta a los nuevos fenómenos presentes en la construcción socialista o en la dinámica de la lucha de clases a escala mundial. En lo político, se abrió paso a métodos autoritarios y punitivos para resolver las contradicciones en el seno del pueblo y el Partido confundiendo los blancos de la dictadura del proletariado, debilitando la democracia socialista. De este modo se sustituyó, paulatinamente, la iniciativa y creatividad populares por la política de «mando y ordeno», abandonando la línea de masas. En lo económico, se abolió prontamente la economía mixta (NEP), se llevó adelante la colectivización forzosa de la agricultura y la industrialización acelerada. El plan centralizado impuesto desde las alturas y el uso arbitrario del poder provocaron la ruptura de la alianza obrero-campesina y liberó a la burocracia de todo control.

El Partido, poco a poco se fue alejando de las masas, transformándose sus cuerpos dirigentes en una élite privilegiada, sentando las bases para la ulterior instauración de un régimen cada vez más ajeno al socialismo, particularmente manifiesto a partir de mediados de la década de los cincuenta. Los sóviets, de verdaderos órganos de Poder de los trabajadores, con el tiempo fueron convirtiéndose en un poder dominado por la cúpula dirigente del Partido y el Estado. Partido y Estado, a su vez, terminaron confundiéndose, abriendo paso con ello a la concentración del poder y a la desnaturalización de la democracia socialista.

La política exterior de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial no fue ajeno al hegemonismo de gran potencia. Participó en el reparto de zonas de influencia con las potencias capitalistas vencedoras, como lo atestiguan los Acuerdos de Yalta. Las relaciones con los países de Europa del Este fue de dominador a dominado (a excepción de Yugoslavia de Tito) y, posteriormente, cuando Checoslovaquia intentó un proceso de renovación socialista fue aplastado por los tanques rusos en 1968. La URSS apoyó a los movimientos de liberación nacional pero subordinado a la disputa y confrontación con los EE.UU., que lo embarcó en una carrera armamentista a la cual subordinó su economía, llevándolo a un alto desarrollo de su industria bélica más no así de aquellos sectores que deberían resolver las necesidades de la población.

El XX° Congreso del PCUS (1956), en lugar de corregir los errores los profundizó. Las desviaciones que se incubaron largo tiempo en el seno del PCUS, con el ascenso al poder del revisionismo lo llevaron a su degeneración. En la década del 70, la ex URSS pudo paliar su crisis económica recurriendo a la venta del petróleo, créditos blandos y venta de armas, etc., pero no fue capaz de realizar una reconversión de su economía con los avances de la revolución científico - técnica, impidiendo de esta manera el desarrollo de las fuerzas productivas que llevó al estancamiento de su economía, agravada por el expansionismo en su disputa por la hegemonía mundial. Esto lo hizo más vulnerable al poder creciente de las fuerzas neo burguesas y mafiosas al interior del sistema soviético y a las presiones de las potencias capitalistas, provocando el colapso y la desaparición de la URSS en 1990. Los “radicales” de la perestroika, con Yeltsin a la cabeza, terminaron imponiendo el capitalismo salvaje en la Rusia de hoy, la ruina de la patria de Puchkin y Gorki, la instalación de un régimen mafioso que ha hundido en la miseria a millones de rusos.

El socialismo real en los países del Este de Europa estaba condenado al fracaso en la medida que se construyeron «desde arriba»: el poder del ejército rojo soviético frente al débil protagonismo de las masas populares y sus partidos en la construcción de la nueva sociedad. De otro lado, «desde afuera»: aplicación del modelo soviético sin considerar las particularidades de cada país y subordinado a la llamada «división socialista del trabajo» que favorecía los intereses hegemonistas de los soviéticos. Sin dejar de considerar el papel agresivo del imperialismo y la reacción mundial en los terrenos ideológico, económico, político y militar.

Los pueblos y países que persisten en la construcción del socialismo (China, Corea, Vietnam, Laos y Cuba), han experimentado también errores derivados de la aplicación del modelo Soviético y están desarrollando procesos de corrección, rectificación y/o renovación, cada uno con características propias, persistiendo en el poder y participación de los trabajadores, la economía al servicio de la solución de las necesidades de las mayorías y de resistir a la agresión imperialista. Los comunistas debemos aprender lo positivo de ellos, guardando de imitarlos, al mismo tiempo que asumir una posición crítica de lo negativo para evitar cometer los mismos errores. Ser solidarios e internacionalistas consecuentes, pues tenemos un fin común: la emancipación del trabajo del yugo de la explotación capitalista y de la dominación del imperialismo

Programa - Capitulo II
EL IMPERIALISMO HOY

6.-La globalización puede definirse como un proceso objetivo propio del desarrollo del modo capitalista de producción, particularmente en su fase imperialista. La entendemos como la tendencia hacia la internacionalización del capital en una fase del desarrollo de las fuerzas productivas en cuyo centro está la revolución científica y tecnológica. Y, al mismo tiempo, por las condiciones en que se produce, es un proceso mediante el cual el imperialismo se propone someter el mundo recurriendo al neoliberalismo y al neocolonialismo. Expresa un proceso dual: de un lado está asociada a la expansión capitalista e imperialista, cuya artillería pesada es el capital financiero y especulativo y que se beneficia del monopolio de las conquistas tecnológicas y científicas alcanzadas; del otro, señala los límites del capitalismo para encontrar solución a los problemas de la humanidad y alcanzar el equilibrio del ser humano y su entorno medioambiental, precisamente en una situación en la cual están maduras las condiciones para lograrlo. Con la globalización neoliberal la riqueza se concentra en pocos monopolios cuyos tentáculos se extienden por todo el mundo, y sus beneficios alcanzan al 20 por ciento de la humanidad al mismo tiempo que se excluye al 80 por ciento restante, condenada al atraso, la pobreza, la marginación y la expoliación.

El concepto globalización fue oficializado en la década pasada por Bhutros Gali, entonces Secretario General de la ONU. La globalización vincula la realidad interna de cada país con su contexto externo mediante la expansión del comercio, la integración financiera, las operaciones transnacionales de las empresas, el desarrollo de la información. Este fenómeno premonitoriamente anticipado por Marx en el Manifiesto Comunista, ha cobrado su más alta expresión gracias a los desarrollos de la tercera revolución científico - tecnológica como son la comunicación en tiempo real, la microelectrónica, la cibernética, la informática, el acortamiento de las distancias por el avance en los medios de transporte, el desarrollo de nuevos materiales que sustituyen las materias primas y la biogenética. Para usufructuar los avances de la globalización entendida en esos términos, el capital imperialista ha desarrollado un conjunto de estrategias y políticas que van desde la imposición del pensamiento único y la asunción del rol de gendarmes mundiales por los Estados Unidos y sus socios europeos nucleados en la OTAN, hasta la eliminación de barreras comerciales a fin de abrir nuevos mercados, el desarrollo del sistema financiero que busca valorizar ingentes capitales que no encuentran como invertirse productivamente o el uso cínico y prepotente de la deuda externa para extorsionar y someter países y regiones enteras. Con todo, no logra sino exacerbar las contradicciones del propio sistema cuyos principales resultados a la vista son el caos financiero internacional, la creciente marginalización en la que se encuentra el 80% de la población mundial que vive en países del tercer mundo, la sistemática destrucción del medio ambiente, la ruina en masa de industrias enteras como se observa en América Latina, arrastrando con ella la desocupación generalizada, el subempleo, la precariedad, la sobreexplotación del trabajo. También importantes bolsones de grupos desfavorecidos al interior de los propios países imperialistas y demás países capitalistas desarrollados.

Pese a que continuamos viviendo la época del imperialismo y la revolución proletaria, es un hecho objetivo que el mundo ha cambiado como resultado de la globalización. Ello no nos lleva de ningún modo a aceptar la estrategia y las políticas que el imperialismo nos impone a fin de beneficiarse de tal proceso. Por el contrario, abogamos por una inserción en el mundo actual en los términos y condiciones que más convengan al desarrollo de nuestro país y nuestro pueblo, desde una visión de país de desarrollo autocentrado, integrándonos con el resto de países del tercer mundo, en particular con los de América Latina que luchan por un orden económico mundial justo y equitativo. Un mundo distinto al que ofrece el capitalismo es posible; o mejor todavía, es indispensable, si queremos salvar a la humanidad del desastre al que lo arrastra irremediablemente. Ese mundo no es otro que el socialismo que coloca en el centro al ser humano, su destino, su relación equilibrada con su medio ambiente.

7.- Las contradicciones entre el capital y el trabajo, entre el capitalismo y el socialismo, entre el imperialismo y los pueblos del Tercer Mundo, y entre los propios países imperialistas y los conglomerados monopólicos en su rivalidad por mercados y zonas de influencia, en lugar de atenuarse se agudizarán en el futuro. Los síntomas son muy claros al respecto. Sus formas pueden adquirir nuevos tonos pero la esencia se mantiene inalterable. Las clases y la lucha de clases no han perdido sentido ni el proletariado deja de existir con los avances tecnológicos, como sostienen ideólogos trasnochados del capitalismo. Pueden producirse cambios de forma, y de hecho es así, pero no cambia su naturaleza. El socialismo no está terminado ni han desaparecido las condiciones objetivas que lo sustentan. Son ilusorias teorías como “el fin de la historia” o “de las ideologías”. El neoliberalismo es también una ideología, sólo que reaccionaria y antihistórica. De otro lado, el imperialismo cobra hoy dimensiones que no las tuvo en el pasado, y el imperialismo norteamericano se ha convertido en el imperio más poderoso de la historia, sin rivales por el momento, cuya prepotencia y apetitos desbocados no tienen parangón. Y, sin embargo, como la historia también ha demostrado, su momento de gloria es al mismo tiempo el inicio de su decadencia y de la presencia de contradicciones y tensiones que terminarán por agotar su poderío. Las naciones y los estados soberanos, el derecho a la independencia, la autodeterminación y el patriotismo de los pueblos, no pierden validez. Ocurre más bien todo lo contrario: se reforzarán en los años venideros como un rechazo de los pueblos, naciones y países al globalismo imperialista. La pretendida seguridad norteamericana abarca todo el globo terrestre, y gruñe amenazando intervenir punitivamente donde sus intereses o su prepotencia lo requieran -contando con el aval de organismos internacionales que se someten a sus dictados-, pero no tolera que nadie intervenga en sus asuntos internos ni ponga el pie en su territorio. En esto reside la hipócrita democracia, libertad y derechos humanos que predica y no pocos incautos aceptan.

8.- La formación de grandes bloques políticos y económicos no cambia la esencia del fenómeno; señala más bien la preparación para futuras confrontaciones. Es verdad que se alejan las posibilidades de una nueva guerra mundial, pero la terminación de la Guerra Fría no ha traído la paz en el mundo. Subsisten cerca de 60 conflictos regionales y locales, y nada indica que esta situación se modificará en el futuro. Hoy día se destinan 800,000 millones de dólares a un armamentismo que carece de sentido, de ellos 250,000 millones corresponden a los Estados Unidos. Después de acabado el Pacto de Varsovia ¿Qué sentido tiene la permanencia de la OTAN y cómo justificar su expansión a la parte oriental de Europa? Es completamente inaceptable el rol de patrón del orden internacional que se ha impuesto el imperialismo norteamericano, disponiendo sus fuerzas de intervención donde sus intereses lo exigen, atropellando la soberanía de las naciones, instrumentando organismos internacionales para tal fin, ejerciendo el papel de matón universal.

9.- El mundo se está convirtiendo en un enorme mercado en feroz disputa por monopolios y potencias imperialistas que no admiten fronteras fuera de las suyas, sobre todo en el Tercer Mundo. Devorándose unos a otros, fusionándose, se vienen construyendo gigantescas transnacionales que todo lo someten a sus dictados, imponiéndose sobre países y gobiernos, subordinando a su lógica el destino de pueblos enteros, dejando en ridículo la llamada libertad de mercado. No puede haber tal libertad de mercado donde predomina el capital monopólico y donde la globalización se convierte en el instrumento del cual se sirven para meter las manos donde sus intereses los llaman. Mientras exigen a los países del Tercer Mundo fronteras abiertas, desregulan, privatizan y reprimarizan sus economías, se adueñan de sus recursos naturales, imponen un modelo de crecimiento basado en la mano de obra barata, una moneda infravalorada, importaciones a ultranza en un mercado que se satura de continuo, tipos de interés elevados para atraer a inversores especulativos. Además depredan y saquean los recursos naturales, intensifican la sobreexplotación del trabajo, desmantelan la función social del Estado al mismo tiempo que desconocen su rol promotor de estrategias de desarrollo acordes con las realidades de cada país. Todo ello muchas veces en el marco de gobiernos autoritarios y en nombre de una globalización unilateralmente concebida. Mientras tanto los estados y países imperialistas no renuncian a ese rol, ni abren indiscriminadamente sus mercados, ni eliminan subsidios, ni permiten el libre mercado de trabajo, ni dejan de asumir su rol directriz al servicio del gran capital.

10.- En los últimos 30 años, el 20 por ciento de la población más rica ha incrementado su porción del ingreso total mundial de 70 por ciento a 85 por ciento, en tanto que el 20 por ciento más pobre ha registrado un descenso pasando de 2.3 por ciento a apenas l.4 por ciento del total mundial. Las 7 potencias industriales del mundo (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y Canadá) y sus socios más próximos, controlan el 8l.2 por ciento del comercio mundial, el 94.6 por ciento de los préstamos, el 80.5 por ciento de las inversiones mundiales. Consumen, a su vez, el 70 por ciento de la energía mundial, el 75 por ciento de los metales, el 60 por ciento de los alimentos del planeta. Este puñado de países es también responsable directo del 80 por ciento del deterioro del medio ambiente que, de continuar, amenaza el futuro mismo de la humanidad. Se calcula que a nivel mundial el 40 por ciento del comercio se realiza entre las mismas transnacionales, y no en el mercado libre. El corazón del conglomerado monopólico mundial ( 37,000 transnacionales) lo constituyen 2OO de ellos. Ninguno radica en América Latina ni en África. Tenemos así que un pequeño grupo de países y de monopolios transnacionales gigantescos bajo hegemonía de Estados Unidos, controlan la producción, las finanzas y el comercio, el poder militar, la ciencia y tecnología, los medios de comunicación y la cultura, y se han propuesto imponer al mundo sus valores y modo de vida como parte de la globalización del capital y de su hegemonía universal. Son ellos quienes manejan, de hecho, las decisiones de organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU, la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la OCDE, la OTAN. Todos ellos cumplen funciones normativas y de imposición coercitiva, e intervienen a su antojo premunidos con el chantaje de la deuda externa, promoviendo una especulación financiera universal desenfrenada, una globalización aplastante que todo lo somete al arbitrio de las potencias hegemónicas y un neoliberalismo ciego, cada vez más incontrolable, que hacen más vulnerables las economías de los países en desarrollo. Es indispensable sustituir este viejo orden mundial basado en la fuerza y al servicio de unos pocos, por un nuevo orden mundial basado en la justicia, la equidad y el beneficio mutuo, el respeto a la soberanía e integridad territorial, la no intervención y coexistencia pacífica entre los estados.

11.-El imperialismo norteamericano en particular, ejerce sobre países como el nuestro no sólo una dominación económica y política sino también cultural. Se propone domesticar y alienar la conciencia de los pueblos a fin de asegurar su hegemonía; para ello se vale de los más diversos medios que le proporcionan los avances de la tercera revolución científico-técnica: impresos, cine, radio, televisión, internet, etc., además de un ilusorio nivel de vida fundado en el derroche y el consumismo. El modelo norteamericano excluye las más diversas manifestaciones culturales de los pueblos, así como las expresiones culturales críticas elaboradas en su propio país.

Todos los mensajes culturales del imperialismo, tanto los que tienen que ver con disciplinas sociales como las del arte y el entretenimiento, promueven valores en función de su forma de pensamiento, costumbres, hábitos y tienden a legitimar su dominación neocolonial. Sus mensajes son agresivos y violentos, al extremo de rendir culto a la irracionalidad, al individualismo extremo, al pragmatismo ultrautilitario. Atentan contra formas culturales históricamente solidarias que han existido por siglos en pueblos como los nuestros.

Asimismo, dentro del quehacer cultural, el imperialismo se propone lograr mercados para sus productos culturales. En esa medida tiene claros objetivos económicos. La industria de la comunicación, la información, el entretenimiento y la publicidad son actividades que producen enormes ganancias a los propietarios de las empresas. Los monopolios de la informática y el entretenimiento se han fortalecido, y son cada vez más poderosos e influyentes. «De entre los 400 americanos más ricos, el porcentaje de aquéllos que obtienen su riqueza en los medios de comunicación ha subido de 9.5 % en 1982 a 18 % en 1989» Esta tendencia ha ido incrementándose. También se han conformado verdaderas alianzas multinacionales en las empresas culturales, como para demostrar que los intereses del capital transnacional están por encima de cualquier otro interés que no sea la ganancia. Según datos de la UNCTAD “ en 1985, el mercado mundial de tecnología de la información equivalía a 745,000 millones de dólares. Diez años después ascendió a dos billones de dólares. Alrededor de 90 por ciento corresponde al mundo altamente industrializado: Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. Al resto le queda el 10 por ciento. Unas 20 empresas realizan el 70 por ciento de los negocios de la actividad. De ellas 10 son estadounidenses, seis japonesas, una de Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña» respectivamente.

12.- La revolución científica y tecnológica ha permitido un impresionante desarrollo de las fuerzas productivas junto a una enorme capacidad de control y manejo de la naturaleza. Sin embargo, en contradicción con tales posibilidades creadas, que permitirían satisfacer las necesidades humanas y proteger el medio ambiente si se las aprovechara socialmente, lo que se tiene a la vista es el despilfarro de los recursos naturales para satisfacer un consumismo voraz, su aprovechamiento en beneficio de la ganancia y no del ser humano, la concentración creciente de la riqueza, la destrucción implacable del medio ambiente. Se calcula que las dos terceras partes de los bosques del mundo han sido destruidos, y corresponde a los países capitalistas desarrollados más del 80 por ciento del envenenamiento ambiental. El impresionante desarrollo de las fuerzas productivas choca abruptamente con relaciones de producción caducas y un modo de vida impuesto por el capitalismo que amenaza el futuro mismo de la humanidad. La tragedia que enfrentan los trabajadores a las puertas del siglo XXI, inclusive en el seno de los países desarrollados, es mucho peor que ser condenados a la desocupación crónica y a la pérdida del valor de sus salarios: sobran, representan números que deberían desaparecer, no los necesita el capital ni siquiera para explotarlos. La situación en los países del Tercer Mundo, es todavía peor. En ellos viven, según Naciones Unidas, más de l,200 millones de personas bajo la línea de pobreza; l,500 millones de personas carecen de agua potable; 1,000 millones de adultos son analfabetos funcionales; 500 millones de niños están sin escuelas; 800 millones se encuentran desempleados. Todo esto en la llamada “era del conocimiento”. El monopolio de la ciencia y la tecnología se ha convertido en otro de los instrumentos de dominio, opresión y explotación de los pueblos, en lugar de colocarse al servicio de la humanidad.

13.- Las capacidades acumuladas permitirían solucionar los más agudos problemas: hambre, miseria extrema, desocupación, educación, salud, protección del medio ambiente, etc. A ello se opone, sin embargo, la naturaleza irracional, deshumanizada y expoliadora del sistema capitalista, su afán desmedido de lucro, su modo de vida consumista e individualista, su afán concentrador de la riqueza. Si bien el desarrollo vertiginoso de la revolución científico - tecnológica le ha permitido al capitalismo salir de su crisis y pasar a la ofensiva, ésta es contradictoria y deleznable. La razón de ello está en que el desarrollo de las fuerzas productivas se verá frenado y distorsionado inevitablemente por la envoltura de las relaciones de producción capitalistas que impiden su libre desenvolvimiento. Es un hecho, por ejemplo, que la desocupación en los países capitalistas se ha convertido en un problema estructural, crónico, con tendencia creciente; o que la elevada productividad lograda choque con mercados que tienen su respectivo límite, conduciendo con ello a próximas crisis de sobreproducción y de caída de tasas de ganancia de consecuencias imprevisibles; o que el sistema financiero y especulativo ciego e incontrolable domine la economía mundial.

14.- No se debe pasar por alto que en el mundo se comercia anualmente entre 2.5 y 3 trillones de eurodólares de bienes y servicios, mientras el mercado financiero y especulativo transa 75 trillones, es decir 25 veces el valor del comercio mundial sin el respaldo productivo del caso. No estamos ante una economía ordenada e integrada sino en caos. La anarquía de la producción hoy es más prominente que nunca. El estallido de la crisis en cadena en Asia Oriental ha puesto en evidencia la fragilidad de los “dragones” y “tigres” cuyos modelos de desarrollo están en cuestión y que necesitaron del auxilio desesperado del sistema financiero internacional y del FMI para evitar su bancarrota. La disputa por los mercados está en expansión y arreciará inevitablemente. El mundo globalizado económica, política y culturalmente que buscan imponer según el molde norteamericano, no representa ningún futuro promisor para la humanidad ni será aceptado ni tolerado. En esas condiciones hablar de libertad, democracia, independencia, justicia social, paz o derechos humanos, resulta un contrasentido. Las conquistas y posibilidades abiertas por la revolución científica y tecnológica, bien miradas las cosas, confirman que ya no pueden ser contenidas bajo los anillos de hierro del capitalismo, y que sólo en el socialismo encontrarán su verdadero cauce al servicio del ser humano y en salvaguarda de su entorno medioambiental.

15.- El imperialismo, como fase superior del capitalismo, no es estático. Si bien representa su faceta más expansionista, parasitaria y en descomposición ( una de sus características parasitarias consiste en que destina enormes recursos a la especulación financiera en lugar de aplicarlos a fines productivos, de modo que el dinero gana dinero sin pasar los procesos de producción, de creación de riqueza), no por ello deja de adecuarse a las nuevas condiciones. Creer que su derrumbe será automático o que está condenado a la parálisis, es un grave error que se pagará caro. Lo es también sobreestimarlo. Si es verdad que las contradicciones que están en su base son insuperables, es verdad igualmente que puede manejarlas mientras no tenga al frente la fuerza alternativa capaz de derribar su fortaleza. El imperialismo que analizó Lenin difiere en no pocos aspectos del imperialismo actual, de las formas de dominio de las naciones y los pueblos y de sometimiento de los trabajadores en sus respectivos países. Su esencia sigue siendo la misma, pero no siempre sus métodos. Está virtualmente terminado el sistema colonial; en su lugar ensancha el neocolonialismo teniendo como mascarones de proa organismos como el FMI, el BM, la OMC, la OTAN, etc., y como locomotoras al capital financiero, el monopolio de la ciencia y la tecnología, la informática y las comunicaciones, el mito del mercado globalizado, el modo de vida y los valores del capitalismo. Si antes era el control de territorios, ahora prefiere la posesión de las riquezas y el control de los mercados, el saqueo planetario. Marx demostró en el Manifiesto Comunista, en febrero de l848, que el capitalismo –progresivo con relación al feudalismo- “rompe inevitablemente las fronteras nacionales en busca de mercados”. “Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes”. Engels, a su vez, escribió en l880: “las contiendas locales van adquiriendo volumen nacional y surgen las guerras comerciales…hasta que por fin, la gran industria y la implantación del mercado mundial dan carácter universal a la lucha, a la par que le imprime una inaudita violencia. El que sucumbe es arrollado sin piedad”. Esta descripción es una exacta radiografía de lo que viene ocurriendo hoy día, solo que en una dimensión inmensamente mayor.

16.-La esencia de la “modernización capitalista” luego de la crisis del modelo keynesiano y del derrumbe de la ex URSS, más conocida como neoliberalismo, no es otra cosa que la reestructuración capitalista utilizando la revolución científico - tecnológica para generar una mayor expansión de la productividad del trabajo, optimizar la tasa de ganancia de los monopolios, eliminar las barreras aduaneras y las regulaciones al capital, intensificar la sobreexplotación de los trabajadores a quienes se arrebata sus derechos sociales y laborales adquiridos. Sin embargo, pese a lo impresionante de estos avances tecnológicos, y del aumento de la masa de bienes y de capital acumulado, el capital imperialista no ha logrado siquiera igualar y mucho menos superar las tasas de ganancia y de productividad que se registraron antes de la crisis de 1970. Ello significa que con cada crisis le es más difícil satisfacer lo que es condición esencial para la existencia del capitalismo: la obtención de crecientes y sostenidas tasas de ganancia. El capitalismo imperialista en su etapa de globalización cuasi mundial no ha logrado los resultados que esperaba y por el contrario ha exacerbado las contradicciones a un nivel que se vislumbra inmanejable, si nos atenemos a fenómenos como los del caos financiero y el mayor empobrecimiento de la mayoría de países del mundo. Por ello es que no puede considerársele como un sistema triunfante capaz de garantizar armonía y estabilidad. La prolongada recesión en Japón, el crecimiento modesto de la Europa comunitaria, las señales claras de crisis en los EE.UU. luego de una década de crecimiento sostenido, son una clara demostración de que los años que vienen serán tumultuosos, donde los trabajadores y los pueblos se aprestan a presentar batalla con igual dimensión planetaria. Seattle es una clara señal al respecto.

17.- Todo esto muestra que la continuidad de sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre, con su acumulación y distribución desigual de la riqueza, torna imposible, bajo cualquier sentido, que los seres humanos puedan alcanzar sobre esa base la justicia social, la democracia plena, la prosperidad común, la igualdad de posibilidades, la libertad verdadera, la paz y la solidaridad, en comunión racional con su medio ambiente, patrimonio común de todos los hombres y mujeres de la tierra. Lo que queda claro es que el capitalismo jamás dejará de lado la explotación y la opresión, ni abandonará su esencia rapaz y expansionista, injusta e inhumana. La humanidad, si aspira a alcanzar la plenitud de su desarrollo, bienestar e igualdad, en un mundo de paz y justicia, poco o nada puede esperar de un sistema que polariza al tiempo que excluye del disfrute de sus conquistas materiales y espirituales a los trabajadores. Esta es una contradicción objetiva, inherente al tipo de desarrollo capitalista que no puede ser resuelta sino por medio de una revolución social que sacuda sus cimientos y abra paso a un nuevo sistema económico y social: el socialismo. La sociedad moderna ha generado las premisas objetivas para dar este salto cualitativo. Los inmensos recursos económicos, científicos, tecnológicos, culturales, acumulados por la humanidad o que están en vías de conquistarse, indican este camino como el único posible para salvar a la humanidad del colapso que madura en las entrañas del capitalismo, de una polarización frenética donde unos pocos, sin detenerse en consideraciones sociales o éticas, acumulan enormes fortunas mientras la inmensa mayoría es excluida y condenada a la pobreza, el atraso y la muerte. Estamos, pues, no sólo ante la necesidad de un cambio de sistema económico - social, sino también de civilización

Programa - Capitulo III
UNA SOCIEDAD CAPITALISTA NEOCOLONIAL

18.- La sociedad peruana cortó su vinculación colonial con el imperio español en 1821. Junín y Ayacucho sellaron el hecho histórico de la independencia en l824. Más adelante, sin embargo, comenzó a tejerse la trama que nos condujo al semi-colonialismo, esta vez de Gran Bretaña, mediante el comercio del guano y el salitre, de las lanas del Sur, del control de nuestras finanzas y del endeudamiento externo. Así la semicolonialidad y la semifeudalidad formaron parte de un mismo proceso distorsionador de nuestra economía y de entrampamiento histórico de la sociedad peruana. La primera, insuflada por el capital imperialista inglés, luego norteamericano; la segunda, insostenible fuera del contexto de la semicolonialidad que introduce relaciones de producción capitalistas como de la vieja herencia feudal que la independencia en lugar de debilitar, afianza. Proceso contradictorio que permite un lento desarrollo capitalista, deformado por las condiciones señaladas, que imposibilitó realizar la nación, consolidar la independencia, integrar la economía y crear el mercado nacional, desarrollar las fuerzas productivas, construir un estado moderno, descentralizado, y democratizar la sociedad..

19.- La penetración del imperialismo norteamericano en el país desde principios de siglo no ha sido uniforme, ni en el ritmo ni en las formas. Han existido períodos, como el de Leguía, o el del ochenio odriísta, en los que el ritmo ha sido más intenso, pero siempre centrado en la explotación de los recursos naturales. Esta circunstancia, unida al hecho de la inexistencia de una burguesía con claro sentido de su pertenencia nacional y con capacidad de llevar a cabo un proyecto nacional burgués, explica las precariedades de nuestro capitalismo y de su incapacidad para llevar a cabo las grandes tareas que continúan pendientes desde la independencia. Es verdad que el capitalismo predomina en la economía peruana, pero éste sigue siendo dependiente y convive con fuertes remanentes de una economía de autoconsumo que no es capaz de eliminar. Independencia e identidad nacional; democracia, institucionalidad y Estado soberano; integración económica y descentralismo; proyecto de desarrollo y cultural que perfile el país y aproveche su potencial económico y humano, continúan siendo grandes tareas a resolver, indispensables para avanzar hacia una sociedad socialista desarrollada, próspera y moderna.

20.- Mariátegui constató que el Perú había tenido clases dominantes pero no dirigentes. Hemos contado con oportunidades extraordinarias para despegar y salir adelante. La ausencia de una clase burguesa portadora de un proyecto nacional y con voluntad de unir las fuerzas nacionales, impidieron su aprovechamiento. Una independencia inconclusa ha tenido también como corolario una república inconclusa, y ahora agotada. Somos un país de oportunidades perdidas, de divisiones permanentes, de exclusiones trágicas que vienen desde la colonia. Un país cuyas clases dominantes siempre prefirieron imitar a crear, depender en lugar de afirmar su independencia y dignidad nacional, ahítas de gestos aristocráticos y autoritarios pero incapaces para entender las enormes potencialidades que animan a un pueblo como el nuestro, de sólida raigambre histórica.

Es, pues, indispensable cerrar este capítulo para iniciar la construcción de una nueva república, es decir una manera nueva de entender y moldear el Perú y su destino, de forjar la conducción capaz de asumir este reto con capacidad de realización. El oposicionismo estrecho no tiene cabida donde lo que falta es una alternativa integral a la crisis estructural que vive el país, un proyecto de transformación económica y social y un Estado nacional y democrático, que está por hacerse, todo ello inseparable de forjar la fuerza política, cultural y moral capaz de realizarla, poniendo en tensión las fibras más hondas del pueblo peruano. Muchas veces no faltan las buenas ideas, sino la voluntad y la potencia que las haga realidad. Cerrado un ciclo del capitalismo neocolonial que el neoliberalismo se empeña en sostener y que, sin embargo, muestra grietas profundas y fracasos para sacar al país del entrampamiento histórico en que se encuentra, se abre una oportunidad excepcional para abrir paso a un Nuevo Curso para el país. Después del modelo neoliberal ¿Qué pueden ofrecer al país la burguesía y el imperialismo que no sea reiterar, con nueva máscara, lo viejo y conocido? Estamos ante una nueva oportunidad histórica, que se abre paso aún confusamente, pero que debemos saber prever y prepararnos para aprovecharla activamente. Dirigir no es constatar lo que ya ocurrió, sino anticiparse a los acontecimientos, prever sus tendencias en desarrollo, y prepararse intelectual, orgánica y moralmente para participar en ella con la iniciativa en las manos.

21.- En el Perú, el modelo desarrollista que se implementó en lo económico a través del modelo de sustitución de importaciones, fracasó a fines de la década del 70. Una vez concluido el gobierno militar, en medio del caos y zozobra económica y política, los sucesivos gobiernos de la burguesía ensayaron variantes contrahechas de dicho modelo que no hicieron sino agudizar la crisis, particularmente en el gobierno aprista de 1,985-1990 durante el cual el Producto Bruto per cápita cayó a niveles del año 60, la recaudación tributaria a 4% del PBI, el gasto social del Estado se derrumbó de 46 a 12 dólares per cápita anual, se desató una de las hiperinflaciones más graves del mundo y la pobreza se disparó a más del 50% de la población, de la cual el 25% se ubicó en la condición de pobreza crítica.

Cerrado el ciclo desarrollista, de 1990 en adelante el fujimorismo, con el respaldo de las clases dominantes, opta por la aplicación a ultranza del modelo neoliberal que no es sino la reedición, en nuevas condiciones, del viejo modelo de Estado centralista, de apertura total al capital extranjero y de exportación de materias primas que se aplicó desde finales del siglo XIX, cayendo en bancarrota a inicios de la década del 60 del siglo pasado. Bajo el neoliberalismo se detuvo la hiperinflación mediante un brutal ajuste económico que redujo los ingresos y el empleo a la vez que se abolió las conquistas laborales logradas por el pueblo trabajador. Se condenó a la quiebra a miles de empresas productivas, se ha reducido la provisión de servicios básicos de infraestructura, salud y educación, privilegiándose en todo momento el servicio de la deuda externa que en vez de reducirse crece incesantemente. No obstante la cancelación en los últimos años de 12,000 millones de dólares, la deuda externa total está por encima de los 30,000 millones de dólares y la deuda pública trepa los 20,000 mil millones de dólares.

Mientras tanto el capital extranjero (especialmente norteamericano y europeo) y sus socios internos se han beneficiado mediante: a) el sometimiento incondicional a los dictados del FMI y el Banco Mundial en el marco de la estrategia que el gran capital internacional viene aplicando para sacar el máximo provecho del llamado proceso de globalización. Las consecuencias directas de ello son que el país no puede formular ni aplicar su propia política económica y mucho menos las estrategias nacionales que más convengan a su desarrollo; b) la privatización de empresas públicas que compradas a precios de remate han puesto en sus manos el mercado interno de servicios básicos en condiciones monopólicas y oligopólicas, asegurándoles altas tasas de rentabilidad; c) La apertura irrestricta al exterior del mercado de bienes terminados e insumos que favorece los intereses del capital extranjero y de minoritarios grupos importadores en detrimento de la débil industria peruana que hoy se encuentra quebrada, extendiendo el desempleo y la pobreza; d) La apertura irrestricta al exterior del mercado de capitales y la desregulación bancaria que provocó en un momento la irrupción de los capitales golondrinos en busca de altas tasas de rentabilidad en actividades no productivas. Posteriormente, una vez iniciada la crisis internacional, la salida de estos capitales ha creado grandes riesgos y desbalances del sector externo de la economía peruana; e) La creación de un régimen de excepción en la actividad minera para atraer al capital extranjero que los exonera de impuestos, acelera la recuperación de sus inversiones y toda una serie de ventajas de las que no goza ningún otro sector, sin que se les exija a cambio metas sobre valor agregado e industrialización de los productos extraídos, ni tampoco estándares laborales y medioambientales; f) La desactivación de la Reforma Agraria, la entrega al capital privado de tierras de irrigaciones ejecutadas por el Estado, el cambio de régimen legal de tenencia de tierras que favorece la entrada del gran capital al agro desplazando, sin alternativa, a los campesinos y pequeños agricultores.

Todo lo anterior ha configurado la mayor presencia y predominio del capital transnacional en las principales decisiones del Estado, en alianza con los grupos de poder internos, constituido por la gran burguesía financiera y comercial, cuyos intereses no tienen ningún punto de coincidencia con los intereses del pueblo y nación peruanos. De otro lado, el neoliberalismo no está en condiciones de resolver ninguno de los problemas acuciantes que enfrenta la sociedad peruana: El PBI per cápita sigue estancado a niveles de los años 60; la utilidad y renta constituyen 75% de los ingresos percibidos en el país mientras los salarios a duras penas llegan al 25%; el 80% de la producción y el consumo se localiza en Lima, el desempleo abierto se mantiene en 10% y el subempleo encima del 50% de la PEA.

22.- Los países imperialistas que promueven el modelo y políticas neoliberales en el tercer mundo sostienen que la apertura externa y la inversión extranjera - léase subordinación al capital transnacional - es la única vía para que los países atrasados se vuelvan competitivos y puedan insertarse exitosamente en la economía globalizada; sin embargo, en sus propios países se niegan a desmontar sus sistemas de protección arancelaria y para-arancelaria ni los subsidios a sus economías como lo demuestran los resultados de la Ronda Uruguay y la creación de la OMC. Se calcula que los países capitalistas desarrollados, según denuncia del ministro de agricultura de Brasil en el concierto de los monopolios en Davos, subsidian a sus agricultores con mil millones de dólares diarios. De otro lado, para los países atrasados que, como el Perú, han adoptado el neoliberalismo, el resultado desde el punto de vista de una ventajosa colocación en la economía mundial es un rotundo fracaso. Ello es así porque el modelo: a) como resultado del ajuste y por su sesgo pro- importador ha destruido el aparato productivo interno, causando la ruina de la industria y el agro de consumo así como la pobreza generalizada de la población; b) en un mundo en el que las materias primas pierden valor e importancia estratégica como resultado de los avances de la revolución científico – técnica, con el consiguiente reemplazo y reducción de aquellas en los procesos productivos, el neoliberalismo promueve la re-primarización de la economía, es decir un patrón de acumulación basado en la exportación de materias primas como minería y harina de pescado, con lo que nos condena a un rol marginal en la economía mundial poniendo en peligro nuestra viabilidad como país; c) el ajuste, la apertura externa y la adopción de otras políticas que favorecen el interés del capital transnacional no ha tenido como correlato la entrada masiva de capitales al país a fin de hacer inversiones directas en nuevas plantas de transformación industrial y manufacturera, y más bien nos hemos convertido en exportadores netos de capital vía el pago de la deuda externa; d) al retirar paulatinamente al Estado de sus responsabilidades en el gasto de educación, salud, y del diseño y ejecución de planes de desarrollo, se ha abandonado aún más que antes las actividades de ciencia y tecnología aplicadas a nuestra realidad y recursos, ámbito que constituye uno de los fundamentos del futuro desarrollo del país; e) ha promovido una política contraria a la integración con los países del Grupo Andino y ha saboteado la integración latinoamericana, privilegiando la negociación bilateral en situaciones desventajosas con los principales países y bloques regionales del comercio mundial. El ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), bajo el patrocinio de los Estados Unidos, terminará por estrangular nuestras economías nacionales e impedir su desarrollo sostenido, colocándolas al servicio de los monopolios y del expansionismo neocolonial del imperialismo.

23.- En el Perú, la crisis del viejo Estado oligárquico y semicolonial (bajo hegemonía de los terratenientes y de la burguesía intermediaria y agro-exportadora) que impulsó un modelo primario-exportador de economía, dio paso a un Estado capitalista y semicolonial de carácter fuertemente intervencionista en lo económico, así como autoritario y a veces abiertamente dictatorial en su desempeño político. Este Estado tuvo su expresión más definida con la Dictadura Militar reformista y contrainsurgente de Velasco y Morales Bermúdez, en su primera y segunda fases (68-80).

Desde el punto de vista de la representación y correlación de clases, el Estado capitalista-semicolonial tuvo como sector hegemónico –dentro del bloque de clases dominantes- a la gran burguesía industrial-financiera en alianza permanente y subordinada al capital monopólico imperialista y transnacional, que implementó en lo económico el modelo desarrollista de “industrialización por sustitución de importaciones» (ISI), a cuya sombra se fortaleció.

El Estado Peruano estaba inserto entonces dentro de un orden mundial bipolar, en condiciones de dependencia, principalmente de EEUU, país imperialista hegemónico que junto con otros centros capitalistas difundieron - desde la segunda posguerra hasta la crisis de fines de los años 70 y 80s - el discurso del «Estado de Bienestar» (Welfare-State), la redistribución, el pleno empleo y el desarrollo, para legitimar su consenso interno e internacional en función de la «guerra fría» en la que estaban embarcados. Ello tuvo su correlato en el Perú y América latina con la instauración de regímenes civiles y militares que aplicaron la estrategia de «Seguridad y Desarrollo», impulsando –en grados diversos- la industrialización dependiente, la prevención contra cualquier insurgencia interna que pretendiera seguir el modelo cubano, así como también una política paliativa de redistribución populista-clientelista.

El Estado peruano expresa, cristaliza y legitima la dinámica y los cambios producidos en la estructura económico-productiva, y en la correlación de clases de la formación social peruana, lo cual constituye su aspecto endógeno. Sin embargo, por el grado de dependencia y subsidiaridad de nuestro país, por el entreguismo y carencia de proyecto nacional de las clases dominantes nativas, el Estado es hoy más subalterno de los centros de poder imperialista, asumiendo pasiva y servilmente el papel asignado dentro del nuevo orden mundial y la división internacional del trabajo.

Es así que con el fracaso del modelo desarrollista, la crisis de la deuda, la inflación y el déficit fiscal que hacían ingobernable al Perú, se impuso desde los países acreedores imperialistas y sus organismos multilaterales (Bco. Mundial, FMI, BID) el modelo capitalista neoliberal, con su programa de reajuste estructural, de precarización del empleo, de privatizaciones y libre mercado a ultranza, configurándose un Estado funcional a esos objetivos.

La reestructuración neoliberal del Estado Peruano tiene características muy precisas que podemos sintetizar en lo siguiente:

A. A. Por su representación de clase, dentro del bloque de clases dominantes que controlan el Poder del Estado y la economía, el sector hegemónico es la gran burguesía financiera, primario exportadora e intermediaria (el sector de la burguesía conformado por los grupos económicos oligopólicos, que ha resistido la «apertura» por su posicionamiento en diversas áreas de negocios –incluyendo las actividades extractivas e industriales- y que ha venido fortaleciéndose a través de varios gobiernos), siendo desplazada aun más la burguesía industrial y exportadora, principalmente sus sectores medios. La gran burguesía es un aliado permanente y subordinado de las transnacionales e inversionistas extranjeros aposentados en las finanzas, servicios, minería, comercio, y empresas privatizadas, con los que se reparten los beneficios y excedentes producidos por el modelo neoliberal, en un proceso de concentración y centralización de la riqueza.

B. B. Se viene procesando la liquidación del rol directamente productivo del Estado, habiéndose privatizado más de 180 empresas estatales hasta el momento y entregado en concesión otras áreas de servicios. Como expresión también de este fenómeno el Estado ha renunciado a su papel regulador de la inversión extranjera, del comercio, de los flujos financieros, del manejo de los recursos naturales, entre otros, sometiéndose a las leyes foráneas para la resolución de conflictos en estos rubros. Igualmente, el Estado capitalista neocolonial ha abandonado su rol social de inversión y atención de la salud, la educación y el empleo, tendiendo a su mayor privatización

C. C. De otro lado, como característica de la neocolonización de la sociedad peruana, se ha profundizado la dependencia, configurándose un Estado más subsidiario de la estrategia expansiva y de acumulación de los países imperialistas (principalmente EEUU), de los organismos multilaterales, de las transnacionales, y de los inversionistas extranjeros, con pérdida creciente de soberanía política, económica e identidad nacional.

D. D. En el manejo y conducción política, en su relación con la sociedad, con los diversos organismos, poderes e instituciones de la República, con las regiones y pueblos del interior, la reestructuración neoliberal del Estado, que se inicia en l990, se ha configurado hasta el presente con las siguientes características:

a) a) Como un Estado autoritario, policiaco y contrainsurgente que da perfil al Gobierno Civil-Militar de Fujimori-Montesinos-Cúpula Militar, contradiciendo la misma Constitución que el fujimorismo impuso mediante fraude en el referéndum de l993, donde las fuerzas armadas y los aparatos de inteligencia tienen un papel político preeminente, no sólo en relación a otros organismos e instituciones estatales sino también de manera directa en las zonas de emergencia. La guerra interna que ha vivido el Perú del 80 al 92, con sus componentes de terrorismo de Estado así como de los grupos insurgentes militaristas alzado en armas, fue un factor aprovechado por el gobierno de Fujimori para instaurar este tipo de Estado .

b) b) Como un Estado que fortalece y profundiza el centralismo, donde lo poco que se avanzó como conquista de las luchas regionales en lo referente a leyes descentralistas, de corte principalmente administrativo e instauración de gobierno regionales elegidos, ha sido borrado de un plumazo.

c) c) Se acentuó la concentración del poder en el Ejecutivo y el Presidente, particularmente en lo que compete a la asignación de recursos, toma de decisiones políticas, saturación y manipulación de los medios de comunicación, y la «ayuda a la pobreza», con miras a la permanencia del régimen y la re-reelección de Fujimori. El llamado Estado de Derecho burgués, con sus pesos y contrapesos, su juridicidad legitimadora y respeto a las instituciones componentes del sistema sigue siendo una simple formalidad, peor aun por la concentración y centralización autoritaria del poder.

d) d) En lo referente a los aparatos ideológicos y de transmisión de pensamiento y cultura se han «naturalizado» las ideas neoliberales sobre el libre mercado, la sociedad de consumo, la bondad de la inversión extranjera, la globalización unívoca, o el pago de la deuda, fabricando artificialmente consensos o mayorías ficticias a través del control mafioso de los medios de comunicación y los operativos psico-sociales, con el objeto de dar legitimidad y aceptación al Estado, régimen y gobierno.


E. E. En los aparatos burocrático-administrativos del Estado se ha producido una incipiente y superficial modernización tecnológica y administrativa, lo que viene significando simples cambios de forma, mientras se refuerza la esencia autoritaria y centralista del Estado, mencionada anteriormente2 . Paralelo a ello, se ha establecido una élite tecno-burocrática de alta especialización y de carácter apátrida que responde más a los intereses del capital imperialista y las transnacionales que a los intereses del país, en su función de diseño, aplicación y monitoreo de las estrategias foráneas en el país.

F. F. El Estado autoritario y neoliberal ha reforzado e institucionalizado los mecanismos de corrupción a través de los cuales se ha beneficiado la élite tecno-burocrática, la cúpula militar, y los sectores burgueses ligados directamente al poder, los mismos que disfrutan de impunidad al operar en la sombra, o al recurrir al fuero militar y civil igualmente corruptos y manipulados, o guarecerse bajo el paraguas de la mayoría oficialista del Congreso, o encompincharse con el todopoderoso SIN, el verdadero poder en la sombra a lo largo del régimen fujimorista.

24.- El imperialismo, principalmente norteamericano, en colaboración con sus socios menores, sectores de la gran burguesía nativa, viene ejerciendo una mayor dominación sobre nuestro país. El Perú semicolonial ha devenido en una sociedad capitalista neocolonial. Es sobre esa estructura económico social que fracasan los diversos modelos aplicados: el desarrollismo proteccionista o el privatista neoliberal.

La neocolonización imperialista, acentuada con la globalización en marcha, donde el ALCA se convertirá en un nuevo instrumento continental de dominio y control, implementa nuevos métodos y formas para someter a los pueblos. La neocolonización tiene como su más importante objetivo garantizar la dominación y hegemonía de los monopolios en todos los aspectos de la vida de un país. A diferencia del semicolonialismo que permitía, aunque formalmente independencia y soberanía, el neocolonialismo somete a los pueblos económicamente y también política, ideológica, cultural y militarmente, recurriendo al chantaje, la presión externa, los condicionamientos económicos. La mundialización capitalista de la economía, el desarrollo de la tercera revolución científica técnica, han facilitado a los monopolios esta forma de dominación. Si el semicolonialismo permitía en cierto grado una acumulación interna incipiente, el neocolonialismo tiende, fundamentalmente, a una mayor acumulación hacia fuera enmarcada dentro de lo que es la nueva división internacional del trabajo.

El proceso de neocolonización de países como el nuestro encuentra condiciones favorables en la actitud de las clases dominantes nativas, quienes incapaces de forjar y desarrollar un proyecto nacional se han limitado a cumplir el rol de intermediarios, socios menores y subordinados del capital transnacional.

La neocolonización del Perú tiene que ver con el creciente fenómeno de la transnacionalización capitalista de la producción, que le impone modelos únicos a las clases dominantes nativas, y que éstas convierten en políticas de Estado. De modo que son las entidades del sistema, manejadas directamente por los monopolios, las que dictan a través de sus organismos como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Organización Mundial del Comercio, no sólo las políticas económicas sino también reformas que reestructuran el Estado y la sociedad en función de sus intereses.

La estrategia neocolonial del imperialismo, a través de la aplicación del modelo neoliberal, tiende:

a) a) En lo económico: bajo una supuesta economía de libre mercado en realidad lo que se fomenta es una mayor concentración monopólica; privatización de las empresas estratégicas; entrega de nuestros recursos naturales; reprimarización de la economía; presencia hegemónica del capital financiero especulativo; reducción del gasto social; precarización del empleo y “flexibilización” laboral. El chantaje que el imperialismo impone para el pago de la deuda externa genera mayores condiciones de dominación y dependencia. Todo ello en provecho del capital transnacional y en alianza y beneficio de la gran burguesía financiera e intermediaria nativa.

b) b) En lo político: existencia de un Estado cada vez más limitado en sus funciones, incapaz de desarrollar políticas a favor de los sectores nacionales; y reducido a la condición de instrumento coercitivo y jurídico incondicionalmente al servicio del orden establecido. En una sociedad así, la democracia deviene en una formalidad, donde las mayorías nacionales son condenadas a la marginalidad, sin posibilidades de acceder al bienestar material y espiritual ni a las decisiones fundamentales que interesan y comprometen el destino del Perú y el pueblo peruano.

c) c) En lo ideológico y cultural: fomentan el pensamiento único, sobre la base del culto a los valores de una sociedad cuyos miembros se realizan en la medida que acceden con éxito al mercado (mentalidad consumista). Desarrollan políticas de homogeneización cultural, que tienden a alienar la mentalidad de quienes son sometidos a un verdadero bombardeo ideológico desde los medios de comunicación de masas, agrediendo la identidad histórica y cultural de los pueblos.

El neocolonialismo es una agresión abierta a las nacionalidades y a la soberanía de los pueblos, que no excluye el uso de medios más violentos y agresivos para defender sus posiciones de dominación y control sobre los países a quienes somete. Irak o Yugoslavia son apenas unos ejemplos.

Programa - Capitulo IV
NUESTRA BANDERA ES EL SOCIALISMO

25. El horizonte final del proletariado, trabajadores, oprimidos, excluidos y de los comunistas es la sociedad comunista sin clases, para la cual se deben crear, a lo largo de un proceso histórico complejo, las condiciones materiales y espirituales que lo aseguren. Lo entendemos como una sociedad donde la producción esté regulada en función de las necesidades sociales de la población, en la que rige el principio: “ de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, superando las contradicciones campo – ciudad, trabajo intelectual y manual y de género. Sociedad igualitaria en la que no existan clases sociales en lugar de la lógica de la ganancia, la polarización social y la alienación del trabajo. Una sociedad de hombres y mujeres libres en la que sea posible la administración en común de las cosas, superando la doble opresión y explotación de la sociedad capitalista que no le permite a la mujer un ingreso como miembro de pleno derecho, y la del machismo, propio de la sociedad patriarcal. Una sociedad en la que no haya división fija del trabajo, sino sólo la división técnica, la necesaria por razones de organización y distribución de las tareas entre personas dignas; con una elevada cultura y educación que respete y reconozca la diversidad de nuestros pueblos. Un mundo en la que no exista el Estado, sino una comunidad universal reconciliada como género humano que no destruya su especie, el medio ambiente y la ecología de nuestro planeta.

Asumimos el socialismo científico de Marx, Engels, Lenin y sus continuadores, el que, a su vez, es la primera etapa de la sociedad comunista sin clases. En el prolongado proceso que conduce a la cristalización de la sociedad comunista media un período de transición: es la fase de la sociedad socialista que, a su vez, deberá superar una serie de momentos intermedios en correspondencia con el desarrollo de las fuerzas productivas, el desenvolvimiento de la correlación de fuerzas nacional e internacional y el grado de implantación de la democracia y cultura nuevas. A lo largo de todo ese período histórico serán indispensables el rol dirigente del partido del proletariado, la unidad más amplia del pueblo, el Poder en manos de los trabajadores. Este será el Estado de dictadura del proletariado en sustitución de la dictadura de la burguesía. Si la revolución y el socialismo son la causa del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no puede ser otro el contenido ni ajenos los métodos del nuevo poder que se construya. Socialismo y democracia son indivisibles, a riesgo de su degradación autoritaria y burocrática

26.- El socialismo científico se propone abolir el sistema de propiedad privada de los medios de producción reemplazándolos por la propiedad social. Supera así la contradicción básica del capitalismo, aquella que se da entre la creciente socialización de las fuerzas productivas y la propiedad privada capitalista. El socialismo está en condiciones de regular la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y poner éstas en consonancia con aquellas, consiguientemente en capacidad de promover un alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas, en particular de la ciencia y tecnología y de la fuerza de trabajo, desplegando el entusiasmo, la iniciativa y la creatividad de los trabajadores. A lo largo de la etapa de construcción socialista rige el principio de “a cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”. Las relaciones de propiedad, teniendo como eje y en creciente fortalecimiento la propiedad socialista de los medios de producción, se ajustan en cada una de sus fases al nivel del desarrollo de las fuerzas productivas y al grado del nivel de conciencia y organización de los trabajadores.

La esencia del socialismo consiste en emancipar las fuerzas productivas y desarrollarlas incesantemente, liquidar toda forma de explotación del hombre por el hombre y de opresión de un pueblo sobre otros, eliminar la polarización social entre ricos y pobres y alcanzar la prosperidad común, garantizar la libertad, la democracia, junto a un elevado desarrollo cultural y espiritual y una nueva ética fundada en el servicio al pueblo, en el colectivismo y el respeto a la persona, en la solidaridad, en la justicia, en el reconocimiento a la diversidad étnico – cultural, en el amor por la patria, el trabajo, la ciencia y el socialismo. El socialismo coloca al ser humano en el centro de todo y convierte, por primera vez, al hombre en el único dueño de la sociedad. El socialismo deberá asegurar el acceso efectivo de los trabajadores y el pueblo a la gestión del estado y del gobierno, a la gestión económica, social y cultural, de modo que el poder pertenezca realmente al pueblo trabajador. El Partido del proletariado dirige la sociedad asegurando la participación más amplia del pueblo y la unidad de la nación, respeta y afianza la institucionalidad y la ley, y bajo ninguna circunstancia se colocará por encima de aquéllos, ni buscará sustituir el rol histórico que le pertenece al pueblo trabajador.

El socialismo es un proceso histórico y, al mismo tiempo, concreto, posible únicamente en medio de la lucha más encarnizada que le opondrá el capitalismo internacional coaligado. Un proceso, además, prolongado, lleno de contradicciones a resolver, de respuestas nuevas a dar, de exploraciones que permitan ir conociendo sus leyes generales y específicas. Hoy es posible mostrar sus grandes líneas, en parte porque ya se cuenta con una experiencia de 8 décadas, y en parte porque disponemos de una teoría científica, el marxismo leninismo, que permite iluminar el camino, explicar los fenómenos con la mayor objetividad y resolver los problemas. Por eso el punto de apoyo fundamental debe ser siempre partir en todo momento de la realidad, de los hechos, de las condiciones concretas de lugar y tiempo, y verificar la verdad en la práctica. En esta tarea no sirven “el calco y copia”, tampoco el espontaneísmo. Solamente el conocimiento profundo de la realidad, la capacidad para percibir lo nuevo en desarrollo, la amplitud de miras que asegure la conducción estratégica del proceso, la mente despejada y abierta a lo nuevo, pero, sobretodo, la confianza infinita en las capacidades y posibilidades del pueblo, son la garantía del éxito. Aquí adquiere connotación nítida la consigna: con el pueblo, desde el pueblo, para el pueblo, que debemos enarbolar siempre.

Programa - Capitulo V
UNA REVOLUCION POR ETAPAS E ININTERRUMPIDA.
ES VIGENTE LA REVOLUCION DEMOCRATICA Y ANTIIMPERIALISTA

27.- Sin independencia nacional y sin nueva democracia no será posible acceder al socialismo. Aquéllas son condición obligatoria para la realización de éste. La internacionalización del capital no significa la supresión de las naciones ni la desaparición del problema nacional. Esto es muy claro en el caso peruano, donde la nación sigue siendo un problema a realizar. Construir el socialismo, defender la patria, asumir el internacionalismo proletario, son tareas estratégicas que no se excluyen. El patriotismo es una de las fundamentales fuerzas morales con que cuenta un pueblo y uno de los más elevados valores para alcanzar su unidad. Perdida la patria lo demás estará perdido. El carácter internacional de la revolución proletaria no niega ni subordina la realización del socialismo en cada país. En fin de cuentas es la clase obrera y el pueblo de cada país los únicos responsables de sus éxitos o derrotas, de sus avances o retrocesos. Además, no existiendo modelo único de socialismo, adquirirá las singularidades que los procesos concretos determinen. De este modo encuentran su trabazón dialéctica las leyes generales del socialismo con las particularidades propias de cada país y pueblo.

28.- Tomando en cuenta el conjunto de factores que configuran la realidad peruana de hoy, entre ellas: el nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas frenadas por la presencia neocolonial del imperialismo y la sobrevivencia de la economía de autoconsumo; el poder económico y político concentrado en la gran burguesía intermediaria y especulativa y en el militarismo; el centralismo económico y político que excluye del desarrollo y el progreso a vastas regiones del país; la ausencia de un Estado nacional y democrático y de una burguesía capaz de construir la nación e integrar la economía, se arriba a una conclusión inevitable: siendo éstas tareas democrático-burguesas nos encontramos con el hecho de que la burguesía abandonó su realización consecuente, pasando su dirección al proletariado junto al resto del pueblo peruano, que lo asumen como parte inseparable de su lucha por el socialismo. Dadas estas condiciones históricas y concretas, el Partido asume la teoría y la estrategia general de la revolución por etapas e ininterrumpida, que en conjunto determinan la necesidad de llevar a cabo y culminar las tareas democráticas y nacionales pendientes, como proceso necesario para avanzar ininterrumpidamente al socialismo, todo ello contando con la dirección de la clase obrera, la alianza del proletariado con el campesinado, la intelectualidad, los pequeños y medianos productores urbanos, en suma en la unidad más amplia del pueblo peruano y en la unidad con los pueblos del mundo. La lucha contra el imperialismo (principalmente norteamericano) y por la verdadera independencia nacional es inseparable de la lucha por la democracia y por la conquista del Poder popular, y ambas inseparables en la lucha por el socialismo. Una tarea inmensa como ésta frente a un enemigo poderoso que hará todo lo que esté a su alcance para impedirlo, primero, y derrotarlo si triunfa, exige la unidad más amplia al interior del país, la unidad más amplia en el ámbito latinoamericano, la unidad más amplia en el plano internacional. Sólo en la capacidad de organización, lucha y unidad del pueblo peruano descansa la posibilidad de derribar estos obstáculos que impiden al Perú y su pueblo alcanzar su verdadero destino. Tal es también la dimensión de la responsabilidad histórica y los retos que cargarán sobre sus espaldas los comunistas y revolucionarios peruanos.

29.- Dadas las condiciones específicas de la evolución económica, social, política y cultural peruana, y estando a la orden del día culminar las tareas democráticas y nacionales irresueltas, éstas adquieren prioridad y constituyen, al mismo tiempo, paso obligatorio hacia el socialismo. Entre una y otra tarea existe un hilo de continuidad y también diferencias substanciales. El nexo que las une es la dirección del proletariado, garantía del paso de la primera a la segunda. Constituyendo dos grandes etapas, cada una de ellas, a su vez, atravesarán fases cuya duración y particularidades estarán dictadas por la correlación de fuerzas internacionales y nacionales presentes en cada momento, por el desarrollo de las fuerzas productivas, el nivel de las alianzas de clase obtenido, y las condiciones objetivas y las fuerzas subjetivas puestas en acción. Es un error creer que ambas etapas se presentarán puras y plenamente definidas, que es posible pasar de una a otra sin transiciones. El factor decisivo para determinar cada una de ellas y sus secuencias respectivas sólo puede ser la evaluación más completa, integral y multilateral de los procesos concretos, es decir la realidad y las leyes objetivas que la presiden, a lo que hay que agregar la determinación, sabiduría y manejo oportuno de la vanguardia. Tanto el espontaneísmo (que espera el desarrollo espontáneo de las cosas) como el voluntarismo (que confía en la voluntad dejando de tomar en cuenta los procesos reales), son extremadamente dañinos.

30.- El socialismo cubre una etapa prolongada para llegar a su madurez y es inseparable del desarrollo del movimiento democrático, revolucionario y socialista mundial. A lo largo del socialismo habrán fases intermedias dentro de un proceso continuo, determinadas por las condiciones en que se inicia su construcción. No se debe perder de vista que somos un país predominantemente capitalista pero atrasado, que no ha culminado su ciclo histórico y que continúa bloqueado por el dominio neocolonial ejercido sobre él.

31.- Es indispensable contar con un Estado dirigente en cuya base se encuentre un pueblo organizado y movilizado para defender sus derechos y alcanzar sus conquistas, capaz de articular todas las fuerzas favorables de la sociedad y de poner en movimiento el potencial nacional para el logro de los objetivos estratégicos. Sin una gran unidad nacional y sin una enorme fuerza que la impulse y dirija, será imposible cumplir estos propósitos. Pero un Estado dirigente se sustenta, esencialmente, en su capacidad movilizadora y motivadora del pueblo como de los sectores democráticos y patrióticos, y en su disposición para encarnar una voluntad nacional con capacidad de realización de los objetivos propuestos. En sí misma esto significa una revolución por los objetivos que se propone y por los medios en que se apoya: el pueblo movilizado y organizado, consciente de su papel y dueño de su destino. Un Estado débil, sometido al poder militar o dispuesto a doblar el espinazo a la primera presión del exterior, está condenado de antemano al fracaso. Construir estas fuerzas, con una visión estratégica de las tareas, es la gran responsabilidad de hoy. Carece de seriedad la teoría de que el mercado, por si mismo, puede ordenar y regular espontáneamente la economía y asignar los recursos que aseguren el desarrollo y el bienestar de las mayorías. Tal concepción conduce a la anarquía mientras detrás de ella se mueve el poder económico real para quién no interesa el país sino sus ganancias. Lo que ha fracasado en el Perú no es el Estado empresario, sino la ausencia de un verdadero Estado moderno, democrático, nacional. Necesitamos contar con un Estado fuerte, democrático, soberano, descentralizado, eficiente, moralmente depurado, con claro sentido de su misión y con una visión estratégica de sus responsabilidades. La superposición del régimen político sobre el Estado, hecho frecuente en el Perú, explica mucho de la precariedad de sus instituciones, de la inestabilidad de sus constituciones o de la ineficacia de su sistema jurídico.

32.- Sin capacidad de autodecisión y soberanía, es decir de independencia, es inviable la construcción de la nación. Y sin nación el Perú carece de futuro. Sin la pertenencia de patria en la diversidad que somos como país multi-étnico y multicultural, no es posible la unidad nacional ni la ruptura con la vieja mentalidad colonial que sobrevive embotando la conciencia de los peruanos. La fuerza motriz para nuestro desarrollo y progreso está en nosotros mismos. Ni la inversión extranjera ni la ayuda externa podrán cumplir el rol que nos compete como país y como pueblo. En todo caso, les corresponde un rol importante pero complementario. El futuro que aspiramos no está en la imitación ciega, menos en la imposición de modelos de desarrollo cuyo punto de partida son intereses ajenos a los nuestros. Somos un país con historia y con una trayectoria de la cual es factible extraer experiencias de enorme valor para el presente. Está de por medio una tradición de laboriosidad, creación, solidaridad, de espíritu emprendedor y lucha ardua, de modestia, que requerimos revalorar, rescatar y continuar. Es verdad que no es posible cerrarse al mundo, que es indispensable asimilar todo cuanto de avanzado y útil crea la humanidad, de contar con inversión productiva, ciencia y tecnología, gestión moderna y eficiente; pero debemos hacerlo siguiendo nuestro propio camino y objetivos, nuestros propios métodos y ritmos. Ya hemos pagado demasiado caro por seguir el bastón de mando ajeno. Ser independientes y decidir con independencia, por nosotros mismos, he allí una condición para salir adelante de cara al siglo XXI.

33.- La democracia en el Perú continúa siendo más formal que real. Es la democracia de las palabras y las promesas, pero de exclusión de las mayorías. El individuo, excepto los poderosos económicamente, carecen de derechos reales no importa si aquéllos están inscritos jurídicamente. La igualdad ante la ley es por lo general una ficción. La democracia política está restringida al voto, y aún así quien lo obtiene no está obligado a cumplir su programa electoral. Las palabras son una cosa, los hechos otra. La disociación entre el Perú legal y el real es un hecho histórico. En este contexto no se puede hablar de democracia económica, social o cultural. Ocurre otro tanto con los derechos humanos, casi siempre reducidos al ámbito de los derechos políticos en lugar de verlos en su integridad, comenzando por el derecho a la vida, al trabajo, a la seguridad social, a la alimentación, a la educación, a la salud. La democracia está por hacerse, comenzando por construir un Estado democrático. Para ello no es suficiente asimilar la democracia occidental y liberal. Debe enriquecerse y elevarse con la democracia participativa y directa basada en la población organizada que decide, con las tradiciones democráticas que vienen con nuestra historia, y su extensión a los ámbitos económico, social y cultural. En suma, es la democracia basada en el Poder Popular y en el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, sostenido en instituciones democráticas fuertes y no en individuos o caudillos de ocasión, con absoluta subordinación de las FF.AA. al poder constituido.

34.- Cimentar una economía independiente, desarrollada, integrada y autosostenida. Ello implica una estrategia de desarrollo de largo plazo e integral y un plan macroeconómico que permita aprovechar las ventajas nacionales y las oportunidades. Estamos lejos de pensar una economía cerrada, que no tenga en cuenta el proceso de internacionalización en curso. Las inversiones del capital externo son necesarias siempre que se ajusten a la estrategia de desarrollo independiente, que se orienten a la producción, industrial y agrícola preferentemente, que ayuden al desarrollo científico y tecnológico y a la mejora constante de la gestión administrativa, que se proyecten al interior del país donde están las zonas de menor desarrollo y mayor pobreza. Lo que es intolerable es el capital especulativo o aquel que se concentra únicamente en la explotación de materias primas en un mundo donde éstas se deprecian de continuo. El Estado debe asumir el papel rector en esta estrategia de desarrollo a través de la planificación macroeconómica, de la conservación en sus manos de las empresas estratégicas o que tienen que ver con sus responsabilidades sociales, evitando confundir la gestión de las mismas con los intereses partidarios o de manejo coyuntural del gobierno.

35.- Las empresas del estado deben ser responsables de sus ganancias y sus pérdidas, eficientes, éticamente gestionadas, sujetas a fiscalización y control, con responsabilidad sancionable para sus gestionadores. Toda forma de paternalismo o asistencialismo debe ser desechada al mismo tiempo que se definen aquellos sectores o empresas que cumplen una función social o promotora del desarrollo. Se deberán crear todas las condiciones para fomentar el desarrollo industrial moderno, potenciar la investigación científica y tecnológica, acentuar la atención en la cualificación del factor humano, y asegurar la ocupación para los trabajadores con salarios decorosos. Una cuestión central en esta estrategia es la promoción integral del desarrollo agrario. Ello implica llevar a cabo la descentralización, elevar la productividad de la tierra y la mejora del ganado, combinar la agricultura con la silvicultura y la pesca, avanzar al auto-sostenimiento alimentario, generar una industria, ciencia y tecnología conexa, aprovechar las ventajas estratégicas que significa la diversidad de pisos ecológicos, desarrollar polos de desarrollo, atender a los campesinos con créditos, ayuda técnica, comercialización y silos. Es imprescindible integrar la economía y ocupar el mercado interior insuficientemente desarrollado. Los pequeños y medianos empresarios, en particular vinculados a la producción y a la creación de fuentes de trabajo, contarán con el respaldo necesario, al mismo tiempo que se enfatiza la organización voluntaria de empresas cooperativas o de ayuda mutua.

36.- El fomento de una cultura con sustento nacional, democrático, científico, popular, es componente fundamental del proyecto de desarrollo independiente y auto-sostenido, condición para el desarrollo material y espiritual del país. Sin renunciar a nuestras raíces, identidad y proyecto nacional auto-centrado, y sin renunciar a la lucha por un nuevo orden mundial, justo, solidario y equitativo, reconocemos necesaria nuestra integración al mundo, a los avances científicos, técnicos y culturales. Para ello hay que preparar a la población. No es suficiente vencer el analfabetismo. Se requiere una educación que permita su acceso a las grandes conquistas logradas por la humanidad, su elevación intelectual, moral y espiritual, pero que al mismo tiempo sirva a la realización del proyecto nacional en las condiciones competitivas del mundo actual.

Los elementos educativos y culturales, que corresponden a la super-estructura de la sociedad, reflejan los intereses hegemónicos de la sociedad. En nuestro caso, las clases dominantes externas e internas, a través de los más diversos medios de comunicación de masas, promueven formas de pensamiento, hábitos, valores y conductas ajenos y contrarios a nuestros intereses. Sin embargo, los sectores populares han creado mecanismos de resistencia y han podido conservar por siglos su saber y su cultura, los que se han formado a través de un largo proceso de endoculturación.

Es nuestro deber rescatar y revalorar lo mejor de la cultura de nuestros pueblos, sus manifestaciones emergentes, artísticas y técnicas; su sentido de vida solidaria y de respeto a la naturaleza. Se requiere de una educación formal y no formal que permita a las mayorías del país acceso a las conquistas logradas por la humanidad, a su elevación intelectual y moral, y que, al mismo tiempo, sirva a la realización del proyecto de desarrollo nacional, de respeto a nuestra condición de sociedad pluricultural y multinacional. Nuestra política cultural deberá garantizar el derecho de los ciudadanos a la información, a la libertad de pensamiento y el acceso de los medios de comunicación; los que estarán al servicio del desarrollo educativo y cultural de los pueblos del Perú.

37.- Promover una nueva visión del mundo y una nueva ética fundadas en el respeto a la persona humana, en la solidaridad y la fraternidad, en el patriotismo, en la estricta unidad de palabra y acción, en el culto por el trabajo, la vida sencilla, la dignidad humana, la protección y convivencia con el entorno ambiental. No son aceptables el modo de vida basado en el consumismo irracional, el utilitarismo pragmático, el individualismo o el racismo, la perpetuación de la ley del más fuerte, ni tolerables la drogadicción, el crimen, la degradación moral o la inseguridad social. Es indispensable reconocer el derecho a la igualdad, unidad y asistencia mutua entre las diferentes nacionalidades y etnias, y respetar sus tradiciones, cultura, lengua, estilo de vida y creencias. Alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos, es una de las tareas fundamentales a resolver. El nuestro es un pueblo mayoritariamente creyente, razón suficiente para asumir el pleno respeto a la libertad de culto y su práctica sin restricciones de ningún tipo. La educación, la salud, la seguridad social, el trabajo, deben ser asegurados por el Estado, pues constituyen derechos fundamentales de los ciudadanos. La niñez y la ancianidad merecen atención especial y prioritaria de la sociedad.

Programa - Capitulo VI
EL NUEVO CURSO O LA TÁCTICA
FUNDAMENTAL DEL PARTIDO

38.- Abrir un Nuevo Curso: tal la tarea de las nuevas generaciones y la respuesta a la crisis estructural que el neoliberalismo pretende paliar pero no resuelve. Muchos son los caminos experimentados hasta el presente bajo la hegemonía del capital transnacional, las oligarquías y el militarismo. Sus resultados son los fracasos y las frustraciones permanentes que ha vivido el país y sufre el pueblo peruano. El neoliberalismo es la última marca de fábrica presentada pero, una vez más, pocos son los beneficiados, muchos los condenados a la ruina, la pobreza, el atraso, la exclusión. Nunca como ahora fue entregada la soberanía nacional y estatal a la voracidad del imperialismo y las transnacionales. Pocas veces fue tan asfixiante el centralismo como lo es hoy, y la democracia tan pervertida. Cerrar este ciclo histórico y abrir otro, cualitativamente superior, es una necesidad y un reto que corresponde asumir a las nuevas generaciones. Es el reto de abrir un Nuevo Curso, una nueva direccionalidad para el país poniendo en tensión las reservas humanas, materiales, culturales y morales con que cuenta el Perú.

39.- El Nuevo Curso y la revolución democrática y antiimperialista representan un mismo hilo de continuidad. Es en todo caso una forma de aproximarnos a este objetivo y al socialismo ensanchando la base social. No hay hegemonía del proletariado sin su dirección sobre otros sectores, y éstos, en sociedades atrasadas como la peruana, van del proletariado a la burguesía media. Pero dirigir no es imponer usando el recurso de la coerción; es convencer, demostrar superioridad en los objetivos, medios y fuerza, ganar la confianza y el respaldo del pueblo. Asumiendo en su verdadero contexto el principio de la lucha de clases, es indispensable diferenciar al enemigo principal de los secundarios, y concentrar en aquel el golpe principal, mientras se trabaja por unir el máximo de fuerzas y se neutraliza las fuerzas intermedias o vacilantes. Conceptos como democracia, patriotismo, descentralismo, justicia, derechos humanos, solidaridad, han dejado de ser patrimonio de la burguesía. Su aceptación formal, lírica, siempre ha encubierto su renuncia real, demostrado con ello su caducidad histórica como clase dirigente para realizarlas. Cuanto más profunda e integral sea la lucha por la democracia y la nación, por el desarrollo independiente y auto-sostenido, por los derechos humanos fundamentales, tanto más coincidirá con los postulados de la revolución y el socialismo, y más amplias serán las capas sociales que se incorporen a ella. Convenzámonos: no hay otras fuerzas que levanten estas banderas de manera consecuente y duradera. La burguesía desde siempre abdicó de ellas prefiriendo marchar a rastras de dictadores y caudillos de ocasión, sometido siempre al bastón de mando de los imperios de turno. Cada conquista obtenida, por pequeña que sea, a costado el sudor y el sacrificio del pueblo y está teñida con su sangre. La batalla por la democracia verdadera o nueva democracia, por la independencia real, por la justicia social y el derecho al trabajo, al pan, a la educación y la salud, a la libertad y la belleza, ha pasado a manos del pueblo trabajador. Y éste lo conquistará a plenitud porque no se quedará a mitad de camino, porque sabe que en su horizonte flamea la bandera del socialismo. Porque, en fin de cuentas, el Nuevo Curso es el inicio de esta larga jornada que se cumplirá por fases y etapas en un proceso ininterrumpido.

40.- En setiembre de l990, en un documento importante afirmaba la dirección del Partido: “La sociedad peruana capitalista y semicolonial ha agotado sus capacidades de desarrollo y renovación. Carece de ‘mito’. Sobrevive por inercia. En lugar de un proyecto nacional sólo puede ofrecernos triquiñuelas o caudillismos. La crisis presente es la constatación de este hecho histórico…” Dos años después volvía a insistir: “Ninguna sociedad garantizará desarrollo y progreso, bienestar y estabilidad, si no cuenta con una voluntad nacional cohesionada y con la creatividad y el ímpetu de un pueblo movilizado en torno de un proyecto histórico que cree realizable. Sólo los grandes ideales que coinciden con las aspiraciones profundas de los pueblos y con las exigencias de su tiempo, que se nutren de su herencia cultural y sus valores nacionales fundamentales, que encuentra la clase dirigente capaz de plasmarlas, son competentes para realizar el milagro de la renovación y la transformación. Una sociedad fragmentada como es el Perú de hoy, y una clase dominante sin más capacidad de convocatoria que el lucro desmedido y el pragmatismo utilitario, desarraigada de su realidad y su historia, entusiasmada en la limosna foránea antes que en su capacidad de realización, está condenada a reproducir las condiciones de atraso, miseria, ruina moral y dependencia”. Seis años después no hay nada que quitar a esta valoración. El neoliberalismo podrá mostrar “éxitos macroeconómicos”, muchos de ellos falseando estadísticas u ocultando su costo social y sus pocos beneficiarios, pero no modifica la esencia de aquella constatación. La crisis estructural se mantiene. Las contradicciones básicas de la sociedad en lugar de debilitarse tienden a su agravación. Se gobierna para el momento en ausencia de una estrategia de desarrollo nacional. Una sociedad desestructurada, con instituciones fantoches, fragmentada para perpetuar la dictadura de turno, corrompida en sus valores fundamentales, regida por una mentalidad colonial y un conformismo asfixiante, donde la limosna pública se ha convertido en política de estado, carece de porvenir y de la fuerza necesaria para salir del atraso y la pobreza y proyectarse al futuro con la certidumbre de una realización mejor.

41.- El Nuevo Curso es la respuesta a este drama histórico, el otro camino que debemos iniciar para realizar la nación peruana, la democracia, el desarrollo sostenido y la integración económica, la unidad nacional en un país multi-étnico y multicultural, la justicia social que es un reclamo ancestral del pueblo peruano. El convencimiento de que el Perú y su crisis estructural tienen salida, y que las causas de sus males no son fatales ni residen en la carencia de recursos y potencialidades internas, es una cuestión de primer orden. Sin certidumbre, sin fe en la misión a realizar, ya estamos derrotados de antemano. No existe razón que impida construir un país democrático, independiente, desarrollado, próspero, unificado, moderno, culturalmente desarrollado, con capacidad para satisfacer las necesidades fundamentales de su población y garantizar estabilidad y seguridad. Pero ello implica afirmarnos como nación con identidad propia, convencernos de las enormes potencialidades dormidas que anidan en el pueblo peruano, de la riqueza que significan su diversidad y su raigambre histórica. Necesitamos, también, dar término a la mentalidad colonial que siempre impidió pensar con cabeza propia y tener confianza en las fuerzas internas. Rechazamos por falaz y parasitaria la concepción que sostiene que nuestro desarrollo económico y social sólo puede ser impulsado desde fuera, imitando patrones externos, asumiendo modos de vida y valores culturales ajenos con menosprecio de lo nuestro, renunciando explícitamente a la capacidad de actuar con independencia, al auto-desarrollo y a la autoconfianza en las propias fuerzas. El motor del desarrollo y el progreso siempre han sido los factores internos; no tiene por qué ser distinto en nuestro caso. Los factores externos son importantes, aún más en un ámbito interdependiente como es el mundo de hoy. Ninguna sociedad cerrada es viable por extensa que sea su población y su espacio territorial. Pero ello no justifica perder la identidad nacional, ni las tradiciones fundamentales que conforman nuestra singularidad como nación y como pueblo. El futuro nuestro debe ser construido por los peruanos para los peruanos. Es falsa igualmente la antagonización artificial entre estado y economía de mercado, entre mercado y planificación, o entre lo nacional e internacional. El mercado es anterior al capitalismo y subsistirá por un tiempo después de iniciada la revolución y el socialismo, aunque las condiciones en que se manifieste serán otras. Identificar capitalismo con economía de mercado, como está de moda hoy, es un nuevo subterfugio para encubrir la verdadera esencia expoliadora del capital y los monopolios. Pues donde estos últimos predominan la libertad de mercado es una ficción.

42.- La herencia de la mentalidad colonial, caudillista, racista y aristocrática sigue siendo la base ideológica de las clases dominantes en el Perú. Ideología extendida a la sociedad en su conjunto. Ella es la fuente de la exclusión de las mayorías, del menosprecio de los valores propios o su aceptación formal, de la renuncia a pensar desde la realidad nuestra, de las hondas divisiones que están en la base de las derrotas y frustraciones nacionales; y es también la marca que ha calado hondo en la conciencia del pueblo peruano embotando su creatividad, iniciativa, libertad, y autoconfianza. Voltear esta trayectoria, herirla de muerte, constituye una de las grandes tareas de las fuerzas renovadoras y revolucionarias de nuestra patria

43.- Desarrollar las fuerzas productivas , en especial el factor humano, la ciencia y tecnología. Las trabas fundamentales para el desarrollo independiente y autosostenido residen en la sobrevivencia de la economía de autocosumo y del centralismo económico, político y administrativo, en la tendencia a la concentración monopólica privada de la economía, en el paternalismo y asistencialismo estatal, en el predominio de los sectores intermediarios y especulativos, y, sobre todo, en la dependencia neocolonial que asigna al país un rol primario - exportador y de servicios, permanentemente sujeto a chantaje, sometimiento y expoliación bajo el peso de una deuda externa impagable. Los diversos modelos económicos que se han experimentado por lo menos en los últimos 50 años no han modificado este patrón básico. Las reformas de Velasco Alvarado, la experiencia más avanzada, enmarcada dentro de la teoría cepalina de “ industrialización por sustitución de importaciones” careció de integralidad y de un proyecto de desarrollo que sentara bases duraderas para construir una economía independiente y autosostenida. Sin la decidida intervención del Estado, la planificación macro - económica, la atención prioritaria a los sectores productivos aprovechando las ventajas con que se cuenta, en especial a la agricultura y la industria, la concentración en ramas estratégicas que aseguren en el futuro próximo ventajas competitivas, y sin una gestión eficiente, responsable, moralmente manejada, no es mucho lo que se logrará. La educación, la atención a la investigación científica y tecnológica a fin de aprovechar las ventajas que disponemos, la elevación cultural del pueblo peruano, constituyen pilares básicos. En fin de cuentas, el factor humano, dotado de conocimientos, experiencia productiva y hábitos de trabajo, con un fuerte sentido de pertenencia a lo suyo, de sólidos valores morales e intelectuales, de apertura al mundo y visión de futuro, es el factor decisivo. Esto es lo que se viene destruyendo con sistemática persistencia, sobre todo con el neoliberalismo

44.- La dimensión de la crisis peruana exige contar con una estrategia y visión de largo plazo y con la unidad más amplia del pueblo peruano. Implica también aprovechar con inteligencia las oportunidades y aferrarse a las posibilidades reales. No se puede desconocer la importancia que tienen la inversión del capital externo, el aprovechamiento de los avances científicos y tecnológicos y de la gestión moderna. Pero sus frutos serán buenos sólo si sirven al proyecto de desarrollo independiente y autosostenido. El desarrollo independiente no significa encerrarnos dentro de las fronteras nacionales; es más bien sostener que el camino que elegimos es nuestro y en beneficio nuestro, es decir auto-centrado, que tiene su base en el ahorro interno y en el desarrollo de nuestras potencialidades, que acoge lo extranjero como complemento necesario. El mercado subsistirá por una larga etapa y la planificación será indispensable, así como fundamental el papel del Estado. Si es necesario abrirnos al mundo, es igualmente cierto que tenemos necesidad de acentuar los vínculos con el entorno latinoamericano, nuestro espacio natural y la condición fundamental para negociar con los bloques económicos. La unidad latinoamericana tiene una importancia estratégica si aspiramos a ser un país independiente y con capacidad de negociación, de la que hoy carecemos. Estamos en condiciones de autoalimentarnos y de convertirnos en un país exportador de productos elaborados. El aprovechamiento de la diversidad genética y de los pisos ecológicos es una de las ventajas estratégicas que disponemos. Problemas como alimentación, trabajo, salud, educación, pobreza crítica, seguridad, pueden tener solución en un plazo medio, si se empieza hoy mismo la tarea. La clave está en la participación organizada de los diversos componentes de la sociedad comprometidos con el proyecto, los trabajadores en primer lugar.

45.- Es indispensable contar con un Estado moderno, democrático, descentralista, integrador de la diversidad étnica y cultural que es el Perú, que se apoye en instituciones fuertes, se ordene en torno de una Constitución democrática, de hondo sentido nacional y social, dando término a la trayectoria patrimonialista dominante hasta hoy, con igualdad para todos los ciudadanos y sin privilegios especiales para nadie. Un Estado fuerte no es aquél que se apoya en el aparato policiaco o militar, sino en el consenso de la sociedad. El militarismo constituye una de las lacras perversas que debe acabar y que está en la base de la inseguridad jurídica, la inestabilidad política, la arbitrariedad como sistema de gobierno. Las reformas parciales del Estado son apenas maquillajes para conservar el viejo esperpento. Un Estado democrático, soberano, eficiente, desburocratizado, moderno, es necesario para monitorear un proyecto y una estrategia de desarrollo. No tiene por qué haber contradicción ni antagonismo entre Estado y la sociedad civil. Lo que requerimos es contar con un Estado fuerte y una sociedad civil igualmente fuerte, organizada con creciente capacidad de contrapeso, donde asuman un rol importante las organizaciones políticas, sociales y culturales.

46.- Abogamos por la justicia social y por la terminación de las abismales diferencias sociales que imperan en el Perú. Cosa muy distinta a criterios de igualitarismo económico, inaceptable inclusive en el socialismo. Aspiramos una sociedad que satisfaga crecientemente, de acuerdo con sus capacidades y posibilidades y en la medida que intensifica el desarrollo sostenido, las necesidades básicas de la población y su derecho a la educación, a la salud, a los servicios básicos, al bienestar material y espiritual. Sin justicia social no habrá paz duradera, ni estabilidad, ni estímulos materiales y morales para el trabajador.

47.- Recuperar el valor que tienen, como factores nucleares de la conciencia de un pueblo, sus fuerzas morales que lo nutren y deben ser soportes básicos de la patria nueva que aspiramos. Nos oponemos al individualismo extremista que domina hoy, y afirmamos el derecho de la persona a su individualidad en un contexto de solidaridad, fraternidad y socialización. Rechazamos el pragmatismo que hace del utilitarismo criterio de verdad. Consideramos indigno el servilismo a lo extranjero y el desprecio de los valores nuestros. Condenamos la corrupción en sus diversas formas, pues destruye las energías de una sociedad y aniquila sus valores fundamentales. Cuestionamos el modo de vida consumista, despilfarrador, parásito, que hace del lucro su dios y del dinero su gloria. A tales valores decadentes oponemos la moral basada en el trabajo creador, en la solidaridad, el patriotismo, la honestidad, en el servicio al pueblo. Aspiramos una sociedad de hombres y mujeres dignos y libres. No perdemos de vista que la mayor fuerza que cohesiona a los pueblos es la pertenencia a la patria de nuestros ancestros e hijos y la solidaridad frente al enemigo común.

48.- Lo que caracteriza al Perú es la gran diversidad ecológica y biológica concentrada en un pequeño espacio geográfico en relación con la superficie terrestre. Es importante resaltar que nuestro país ocupa el 0.7% de la superficie del planeta y que sin embargo posee 84 de las 104 zonas de vida que existen en el mundo, 28 de los 32 tipos de climas, 84 de 102 micro climas; es uno de los cinco países con mayor diversidad biológica y uno de los mayores centros de germoplasma de especies domésticas de la flora y fauna del planeta.

Esta gran diversidad ecológica y biológica representa una gran ventaja y debe ser tenida en cuenta en el proyecto de desarrollo nacional que proponemos, debiendo la actividad económica adecuarse a esta realidad, aprovechando y preservando nuestra riqueza biogenética, tal como lo hicieron los antiguos peruanos; pero asimismo defendiéndola de la amenaza que representan las políticas de los países imperialistas en tanto depredadores y expropiadores de nuestros recursos genéticos y del conocimiento acumulado por generaciones.

Nuestra concepción del desarrollo tiene como base el criterio de que la actividad económica no debe entrar en contradicción con la preservación de los ecosistemas de nuestro país. Podemos y debemos generar un modelo de desarrollo sostenible sobre la base de la utilización racional de los recursos que tenemos el privilegio de poseer, teniendo en cuenta una adecuada relación entre campo y ciudad, entre industria y agricultura, desarrollando una política alimentaría cuyo centro sea el apoyarnos en lo nuestro, el desarrollo multilateral del campo, asumiendo la defensa irrestricta de los recursos naturales frente a la agresión imperialista como la piratería genética, promoviendo la investigación científica a efectos de optimizar el potencial que posee el país


49.- Desarrollar una política internacional independiente, soberana, promotora de la integración latinoamericana, de paz con los países vecinos. Trabajar por un nuevo orden internacional basado en la equidad, en la igualdad y beneficio mutuo entre los países, en la no intervención en los asuntos internos de otros, en la autodeterminación de los pueblos . Nos solidarizamos con los pueblos y sus luchas por la democracia, contra cualquier forma de agresión, intervención o presión. Desarrollaremos lazos fraternales con partidos comunistas y revolucionarios y con todas las fuerzas del progreso, de la independencia. Nuestra solidaridad en especial con Cuba Socialista víctima del bloqueo criminal, y con los demás países que persisten en el socialismo como China, Vietnam, Corea, Laos. Nuestra solidaridad con los trabajadores que luchan en las mismas entrañas del capitalismo.

50.- Estamos convencidos que la globalización neoliberal al servicio de los monopolios puede ser enfrentada con éxito por la unidad y la solidaridad de los trabajadores y pueblos del mundo, incluyendo los de los mismos países imperialistas. Seattle, Praga, Niza, Porto Alegre, Québec, sumados a la resistencia que se organiza en todos los confines de la tierra contra el imperialismo, el neoliberalismo, el intervensionismo y la agresión al medio ambiente, contra la voracidad de los monopolios y la concentración de la riqueza a expensas del hambre, la pobreza, la desocupación y la exclusión de más del 80 por ciento de la humanidad, contra la deuda externa injusta e ilegal, señalan el camino e indican que el imperialismo y sus organismos multilaterales no son invencibles. Hoy es cada vez más claro que la resistencia y el combate por un mundo mejor, con derechos y posibilidades iguales, con justicia social, con bienestar para todos los seres humanos, no es sólo nacional, es regional y mundial y multifacética.



Perú, Noviembre 2000


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NOTAS

1. Gasto gubernamental en Educación, Salud, Vivienda y empleo en porcentajes.- Gasto Real Total: 1970(100), 1975(115), 1985(124), 1989(81), 1990(53), 1992(61) . Gasto real Per cápita: 1970(100), 1975(115), 1985(84), 1989(51), 1990(33), 1992(36). Como % del PBI: 1970(4.5), 1980(4.6), 1989(4.1), 1990(3.4), 1992(3.7). Fuente BCR e INEI. Adolfo Figueroa, varios en El Perú de Fujimori.

2. (Los empleados en los ministerios de línea han pasado de 188,800 en 1990 a 90,300 en 1995, en las empresas públicas privatizadas pasaron de 81,100 a 24,300 en el mismo período. Ver Gonzales de Olarte, «El neoliberalismo a la peruana»
PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ
(PATRIA ROJA)
VII CONGRESO NACIONAL
Perú, Noviembre del 2000
Ediciones CONACID VII Congreso Nacional.