martes, 8 de enero de 2008

LOS RETOS DEL XIII CONGRESO DEL PC PERUANO

Por: Fredy León

"Toda teoría es gris, querido amigo,
y verde es el dorado árbol de la vida."
Johann Wolfgang von Goethe


En el transcurso de la historia, existen imnumerables ejemplos de como los pequeños sucesos han devenido en los detonadores de los grandes acontecimientos. Vistos en su perspectiva histórica, “cualquier acontecimiento, aún el más insignificante, esconde dentro de sí la posibilidad de llegar a ser antes o después, la causa de otros acontecimientos y convertirse así en una historia...o en una aventura”.
Lamentablemente no existe ningun manual, compendio, decálogo o lo que se quiera denominar donde este descifrado la clave de como transformar un episodio aparentemente intrascendente en un hecho histórico. Lo único atemporal en todo ese proceso histórico es la voluntad de lucha, la capacidad “de hacer camino al andar”, de sembrar rebeldias, de no desmayar en la lucha sabiendo que el camino a recorrer puede aún ser largo y fatigoso.
En ese proceso, la lucha sin objetivos carece de sentido. Junto a la voluntad de lucha, es necesario contar con una propuesta programática que le dé sustento y se convierta en el combustible que alimente la rebeldía del pueblo. Hay que tener la suficiente capacidad para saber sintetizar la rebeldía de espíritu con la rebeldía teórica, por que como afirmaba Marx, “las ideas cuando se apoderan del pueblo, se transforman en una poderosa fuerza material”.
Y en esa dirección debería inscribirse la realización de nuestro XIII Congreso Nacional. Un pequeño acontecimiento en la historia de nuestra patria, pero que con la participación decidida de los militantes comunistas, tenemos la enorme responsabilidad de hacer de este pequeño acontecimiento un evento que trascienda lo cotidiano y aperture el inicio de un nuevo periodo en la historia de nuestra patria. Un congreso que contribuya de manera decisiva a la lucha liberadora de nuestro pueblo, a la forja de la unidad del movimiento popular y a la formulación de una propuesta clara y nítida de transformación revolucionaria de nuestra patria. Un congreso que se inserte en la historia de nuestra patria.
La unidad del partido, elemento clave.
La condición básica para que podamos alcanzar nuestros objetivos políticos, radica en la unidad de nuestro partido, en la cohesión interna de nuestra organización. Pero la unidad no es un concepto abstracto, no es un acto de fe ni tampoco puede ser visto como un clavo candente. La unidad orgánica, política e ideológica del partido es un proceso permanente de construcción que tiene tres requisitos mínimos:a) La aceptación conciente y voluntaria de los militantes comunistas de la línea política y programática aprobada democráticamente por el congreso nacional.b) El compromiso real de todos los militantes comunistas de trabajar por implementar los lineamientos políticos y por alcanzar los objetivos estratégicos trazados por el partido.c) La elección democrática del núcleo de dirección nacional del partido y su reconocimiento como los máximos responsables de conducir los destinos del partido.Para los comunistas, el congreso nacional del partido, es la máxima instancia donde todos los militantes comunistas tenemos la oportunidad de participar de manera activa en la elaboración de la línea política, en la definición de la táctica y estratégia y en el balance crítico y autocrítico de nuestro accionar. El debate político resulta por lo tanto una importante práctica a desarrollar para poder definir el rumbo a seguir. Y el partido tiene que garantizar el derecho que tienen todos los militantes comunistas a exponer libremente sus ideas y propuestas.
Sólo a través de esta forma, de la exposición libre y democrática de las ideas y propuestas de los militantes comunistas, es que el partido puede llegar a formular de la mejor manera su línea política. El debate de ideas y propuestas es signo de la fortaleza de nuestra organización, del nivel de compromiso de los militantes comunistas con el destino del partido y un importante indicador del grado de desarrollo de nuestra organización.
La posibilidad de que en este proceso de debate congresal existan puntos de vista divergentes no debería llamarnos la atención. Todo lo contario. Eso nos debería obligar a pensar y repensar en nuestro análisis y en nuestras propuestas. No olvidemos que el pensamiento revolucionario se enriquece a partir de la confrontación dialéctica de las ideas, es decir de la forma como los individuos captan la realidad circundante para luego intentar sistematizarla y darle una coherencia teórica. La manera como cada individuo capta esa realidad social depende de muchos factores que van desde el nivel cultural, la experiencia política, su grado de identificación con los problemas centrales de nuestra patria, etc. Es decir, que el desarrollo de la conciencia social no es homogéneo ni rectilíneo.
Además que, y esto hay que tenerlo presente siempre, para los marxista la realidad es cambiante, dinámica y en constante movimiento. La famosa frase de “que uno no puede nunca bañarse dos veces en la misma agua” es la esencia del pensamiento dialético, del pensamiento marxista que constituye la doctrina que los comunistas peruanos intentamos desarrollar en nuestra práctica política. Y es sobre esta base que hay que entender el carácter del debate congresal, un debate en donde los comunistas no nos quedamos solamente en intentar “captar” la realidad en la que actuamos, sino que buscamos la manera de como “transformar” esa realidad. Y ese proceso para ser verdaderamente revolucionario tiene que ser “creación heróica”. Cualquier intento de copiar otras experiencia, por mas valeroso que sea, esta destinado al fracaso.
El debate interno no debe llevarnos a la disgregación orgánica. Hay que tener la suficiente madurez política para saber construir una línea política coherente y que sea la expresión de las aspiraciones mayoritarias de la militancia comunista y el respeto a las posibles opiniones divergentes de las minorias. Se que no siempre se puede alcanzar la unanimidad absoluta, además siempre he creído que la unanimidad existe solo en los cementerios. La mejor manera de evitar las amenazas de la división, radica en la aplicación correcta del centralismo democratico, principio rector en la vida orgánica de nuestro partido. Pero el centralismo democráctico entendido en su concepción dialéctica y no en la caricatura metafísica que algunos suelen hacer de este principio leninista de organización partidaria.
Centralismo y democracia son dos conceptos que están íntimamente vinculados y cuya aplicación responde al análisis concreto de la realidad en que el partido desarrolla sus actividades. La preeminencia del centralismo presupone básicamente que el partido actua en la clandestinidad, en una sociedad donde no existen las libertades individuales y los espacios democráticos son inexistentes.
Y en la medida que vamos conquistando mayores espacios democráticos, la democracia interna cobra preponderancia en la vida interna del partido. Como en el periodo actual, en donde los comunistas nos hemos ganado el derecho a organizarnos libremente y a participar activamente en la vida política del país; entonces el partido tiene que afirmar su carácter democrático y potenciar la participación activa de los militantes comunistas en las tomas de decisiones y propender a buscar formas de organización que se adecuen a los tiempos políticos, en una circunstancia en donde la forma de hacer política ha cambiado radicalmente.
En ese entender, el centralismo democrático supone propiciar la más amplia discusión en el seno del partido y luego acatar democráticamente lo que la mayoría decida.
¿Si los comunistas no somos capaces de ponernos de acuerdo entre nosotros mismos, entonces como seremos capaces de unir a nuestro pueblo en la lucha por el socialismo?
Un liderazgo político para la revolución.
“Una vez decidida la línea política –escribió Jorge Dimitrov- los cuadros lo deciden todo”. El XIII Congreso Nacional tiene la enorme responsabilidad de elegir una dirección colectiva, saber promover correctamente a los cuadros políticos más destacados a los diferentes organismos de dirección y que cuenten con la confianza de la militancia comunista.
Una dirección colectiva que no anule la proyección personal de los camaradas miembros de la dirección política del partido, y en donde deberíamos tener la convicción de promover a importantes cuadros jóvenes y mujeres comunistas para que formen parte de la nueva dirección política de nuestra organización. Hacer de la renovación una práctica consecuente, sin que ello signifique en ningun momento desplazar innecesariamente a valiosos cuadros experimentados con que cuenta el partido. Hay que tratar de buscar un equilibrio adecuado entre continuidad y renovación.
Soy de los que opinan que el partido necesita contar con un liderazgo fuerte que sepa sintetizar toda la fortaleza política del partido y tenga la capacidad suficiente para darle una proyección real al cargo de Secretario General de nuestro partido en la escena politica nacional.
Fortaleza moral, capacidad de lucha, arraigo de masas, sensibilidad social, vocación de construir partido, profunda convicción unitaria, firmeza política e ideológica y la firme decisión de volcar todos sus esfuerzos intelectuales y personales a la lucha por el socialismo, deberían ser algunas de las cualidades a tomar en cuenta en el momento de elegir al Secretario General de nuestro Partido.
El liderazgo político se contruye en base a un proyecto revolucionario definido y por lo tanto, el Secretario General tiene la enorme responsabilidad de encarnar ese proyecto.
Lo ideológico y lo programático.
A veces existe la tendencia negativa a pretender "ideologizar" toda la actividad política de nuestro partido, convirtiendo de este modo el concepto de ideología en una suerte de camisa de fuerza que limita nuestro desarrollo político y transmite la sensación de que el partido es una suerte de secta política conformada por eximios exégetas ocupados en interpretar los textos de los clásicos del marxismo-leninismo. Desde esta óptica, la ideologia aparece transformada en una suerte de llama eterna que existe de manera independiente de la actividad de los hombres.
Si concibieramos únicamente al partido como una organización ideológica, entonces tendríamos que exigir como requisito básico para ser militantes de nuestra organización que asuman los postulados materialistas de la concepción del mundo, es decir que los creyentes -llámense cristianos, evangélicos, musulmanes, agnósticos, etc.- no podrían formar parte de nuestra organización.
El carácter revolucionario del partido lo define principalmente su propuesta programática. La ideología es como una débil llama de fuego que debemos alimentarla permanentemente para mantenerla viva y nos pueda servir como una luz que nos alumbre para dar los pasos correctos en la lucha por una nueva sociedad.
Debemos elevar la capacidad propositiva de nuestro partido, hacer de nuestra organización un verdadero instrumento de lucha al servicio de los trabajadores y el pueblo peruano.
Nuestro XIII Congreso Nacional tiene pues enormes retos a cumplir. La historia asi nos lo demanda

http://pcperuano.com/old/0308congreso.htm